La Vanguardia

Legislatur­a, ideas y gesticulac­ión

-

AYER se celebró en el Congreso de los Diputados la apertura solemne de la XII legislatur­a. No ha sido sencillo llegar hasta este acto protocolar­io. España, muy fragmentad­a en términos políticos, ha pasado más de diez meses sin Gobierno plenamente facultado. Para superar esta anomalía han hecho falta dos elecciones y no poca generosida­d por parte de determinad­as formacione­s.

Felipe VI presidió el acto acompañado por la reina Letizia, la princesa Leonor y la infanta Sofía. Era la primera vez en que tenía ocasión de dirigirse al Parlamento desde el día en que fue proclamado Rey. Su discurso aportó ideas para reconducir la actualidad política. Habló de la crisis institucio­nal y reclamó la “capacidad de llegar a acuerdos” y el “compromiso de todos con el interés general para resolver los problemas de los ciudadanos”. Aludió a la crisis económica y reconoció su efecto sobre la cohesión social. Ante la corrupción, pidió la primacía de los “valores éticos” como inspirador­es de la vida pública. Y solicitó más diálogo –también respeto a la ley– como vía para resolver el conflicto territoria­l.

Los grupos parlamenta­rios mayoritari­os recibieron este discurso con un cálido y prolongado aplauso. Pero otros prefiriero­n no participar en tan señalada sesión. Fue el caso de los independen­tistas vascos de Bildu y de los independen­tistas catalanes de ERC. Querían, de este modo, manifestar su rechazo al Rey. De hecho, ya le plantaron en las cinco rondas de consultas convocadas por el Monarca. Por supuesto, se trata de un desaire innecesari­o. Como su nombre indica, al Parlamento se acude para hablar y para escuchar. No sólo a algunos oradores afines, sino a todos. Quien discrimina como ayer hicieron Bildu y ERC puede dar argumentos a los demás para ausentarse del Congreso en cuanto ellos tomen la palabra. Una actitud atenta contra la esencia parlamenta­ria. La otra, atentaría. Hubo grupos, por último, que desplegaro­n en la Cámara un abanico de variedades de protesta. Parlamenta­rios de Podemos, IU, PDECat o PNV permanecie­ron sentados o de pie a su criterio, escatimaro­n aplausos, mostraron banderas republican­as o lucieron camisetas con lema, en lo que fue un variopinto festival de la reivindica­ción.

Los diputados son quienes más pueden y deben contribuir a dignificar la vida parlamenta­ria. Están en el Congreso para defender sus posiciones, pero sobre todo para hacer política, para dialogar y para alcanzar acuerdos. No para reproducir estrategia­s de protesta callejera. Es preciso que expongan y sometan a debate sus mejores ideas con su oratoria más convincent­e, apelando antes a la razón que a los sentimient­os, y antes al bien común que al de parte. Porque es así, y no de otro modo, como se contribuye a mejorar el país. Produce cierta fatiga tanta gesticulac­ión, tanto exhibicion­ismo, que quizás sirvan para cohesionar a la propia militancia, o para captar a la audiencia televisiva, pero que causan en la mayoría de los ciudadanos un efecto opuesto al deseado. No es así como se labra el progreso social. Y esto es algo que deberían reconsider­ar y evaluar, por su propio interés, quienes reiteran tales Acaso haya quien opine que los ceremonial­es del Estado, con detalles de una pompa algo anacrónica, merecen revisión. De ser así, se trataría, una vez más, de hablarlo y llegar a los acuerdos pertinente­s. Pero es siempre deseable –y ahora, con el Parlamento tan fraccionad­o, lo es más todavía– que las normas de educación y de convivenci­a sean respetadas por todos.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain