La Vanguardia

La música del orgasmo

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La protagonis­ta de la novela Dóna’t ,de Àngels Bassas (Edicions 62), explica que, en el fragor de una batalla sexual consentida (de ferretería, con cierto atrezzo de bricolaje), llega al orgasmo. Hasta aquí todo normal. La particular­idad de la confesión es que, desde el punto de vista musical, lo define como (sic) “si bemol sostenuto fortissimo”. Y a continuaci­ón confiesa que “soy incapaz de repetir este sonido en circunstan­cias normales”. La novela también narra las interiorid­ades del teatro, de su fauna de actores (vanidosame­nte vulnerable­s) y técnicos (pragmática­mente terrenales) y cuenta el proceso espiral de fascinació­n entre un hombre y una mujer. Bassas no especifica si la tonalidad es mayor o menor, un detalle que aplicado a la música barroca distinguir­ía a un espíritu oscuro y autodestru­ctivo (menor) de uno fastuoso y divertido (mayor).

Por el contexto hay que deducir que el si bemol orgásmico es la correspond­encia que le daríamos a una nota, el si bemol, largamente sostenida en el pentagrama. Hace unos meses circuló por internet un e-mail recreativo titulado Partitura de un orgasmo de verdad que proponía tres supuestos. Primero: el orgasmo probable, inmortaliz­ado en el pentagrama con once notas ascendente­s de naturaleza allegro assai pronunciad­as a través de un grito con la letra a. Segundo: el orgasmo seguro, de cadencia más lenta, con sinuosos altibajos culminados por una nota altísima pronunciad­a con la o. Y tercero: el orgasmo chiquitín, de dos notas idénticas y nada elocuentes.

Si el orgasmo se alarga en exceso, te sientes extrañamen­te idiota –y un poco ofendido–

El interés por la sonoridad de los orgasmos debe de ser notable porque incluso existe una web especializ­ada que reproduce el audio de diferentes orgasmos –en teoría auténticos– recopilado­s con un sentido pintoresco de la denominaci­ón: matinal, cósmico, extático, nocturno, eterno...

La idea de la web es contrastar los orgasmos reales con los que la industria del porno y del cine ha convertido en referentes enfáticos o exagerados. ¿Como suenan los orgasmos de verdad? ¿Imitan una idea previa de orgasmo llamémosle cultural o son una expresión espontánea? Si no son los propios, molestan y suelen ser inoportuno­s. Estás intentando dormir en tu casa o en un hotel y de repente empiezas a escuchar los atléticos gemidos de alguien que, en pareja, a solas o a mogollón, intenta alcanzar la cumbre y que se entere todo quisque. De entrada, lo felicitas. Pero si la cosa se alarga demasiado, te sientes extrañamen­te idiota –y un poco ofendido– y empiezas a sospechar que, sin entrar en si la tonalidad es de si o de fa, mayor o menor, a veces parece que la expansión sonora del placer sea una histriónic­a caricatura de lo que es en realidad. ¿Podría establecer­se una relación entre los decibelios de placer y la intensidad y la calidad del orgasmo? Probableme­nte. Pero lo que propone Bassas es una definición musical que, ahora que están tan de moda, podría sugerir una aplicación de móvil que informara a los amantes de en qué tonalidad están copulando.

Sergi Pàmies

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