Los goles y el teatro
Transcurrido casi un mes desde el polémico final del partido de Liga entre el Valencia y el FC Barcelona, nada se ha sabido de las reclamaciones formuladas por el equipo visitante contra el acta del Comité de Disciplina Deportiva que acusaba a los jugadores azulgranas de haber provocado al público de Mestalla tras obtener el gol que les dio la victoria en el último minuto de juego. Todo el episodio de Valencia es cualquier cosa menos un ejemplo de lo que conviene hacer para prevenir y reprimir la violencia en el ámbito del deporte.
En primer lugar, el acta del citado Comité desvió, involuntariamente o no, la atención hacia el comportamiento de los jugadores, cuando la conducta agresiva procedió de la grada, con el lanzamiento de una botella que golpeó a Neymar. Si luego hubo futbolistas que simularon el impacto e hicieron más o menos aspavientos es cuestión que se puede discutir y valorar. Y seguramente nos encontraremos con descripciones e interpretaciones muy subjetivas de lo ocurrido. Pero llevar esta cuestión al centro del problema altera los términos del debate, porque el hecho objetivo es que una botella voló desde el público y alcanzó a un grupo de jugadores.
Ocurrido el hecho, lo que merece la pena analizar es si el público y los futbolistas son los únicos que han actuado o sobreactuado en este asunto. El Barça presentó una queja dirigida al Tribunal Administrativo del Deporte (TAD), a través del Consejo Superior de Deportes. Ese texto no ha llegado al TAD. El asunto ha quedado pendiente de alegaciones de los denunciados. Expertos en derecho del deporte aseguran que la reclamación del FC Barcelona tenía mero valor simbólico, porque sería muy discutible que el TAD pueda actuar en una controversia así contra el
Todo el país hablando de la cobra de Bisbal a Chenoa y la que se olvida es la que se ha hecho a la queja del Barça
Comité de Competición y contra el presidente de la Liga, los denunciados. El Barça, en suma, era consciente de la previsible inoperancia del proceso, pero en esas fechas tenía una asamblea de socios ante los que convenía aparecer en reclamación de justicia.
Todo el país hablando por aquel entonces de la cobra de Bisbal a Chenoa, y resulta que la cobra que pasa desapercibida es la que las instancias deportivas le hacen a un problema que merece ser tratado con más seriedad. En cambio, para que no faltara nadie, el presidente de la Liga, Javier Tebas, se apuntó efectivamente a la fiesta hablando de “vergüenza” por el comportamiento de los jugadores azulgranas. En conclusión, en Mestalla hubo una agresión del público, sancionada con 1.500 euros al club valencianista, y otra multa al lanzador de la botella. ¿Con eso basta, después de tanta polémica sobre los jugadores? ¿Dónde está el teatro, en los futbolistas o en las instancias deportivas? ¿Vale la pena dejarlo así? ¿O sólo hasta el próximo botellazo, momento en que haremos otra función de teatro?