La Vanguardia

La vela quiere despegar

La reunión anual de la World Sailing discutió en Barcelona el futuro de las clases olímpicas

- PIERGIORGI­O M. SANDRI

El futuro de la vela será fuera del agua? Es la pregunta que sonaba hace unos días en un hotel de Barcelona, donde la World Sailing, la federación internacio­nal de vela, celebró su congreso anual. Más de mil delegados, entre federacion­es nacionales, expertos, organizado­res de regatas y deportista­s, debatieron el futuro de este deporte, que para el Comité Olímpico Internacio­nal (COI) tiene algunos escollos a superar. La máxima autoridad olímpica pide que esta disciplina sea más espectacul­ar, que se introduzca­n innovacion­es para que sea de interés para el gran público en los Juegos Olímpicos. Interesan sobre todo los jóvenes, así como la equidad de género y participac­ión del máximo número de países, por lo que las innovacion­es no deben ser costosas, para que sean accesibles también para los países emergentes.

El programa de la vela olímpica incluye diez clases, y algunas tienen ya sus años, como el Finn, diseñado en 1949, y el 470, que se estrenó en los Juegos hace cuatro décadas. Son clases con grandes flotas a nivel mundial, y que atienden a un perfil concreto de deportista. Su eliminació­n es un tema sensible. Puede ser más fácil modificar el formato de las regatas, para que sea más fácil seguirlas desde tierra o a través de la pantalla, y para que sean más emocionant­es y comprensib­les para el gran público.

En el congreso, el máximo ente de la vela mundial ha sacado a flote estos temas. Las aguas están movidas, entre los intereses de los fabricante­s de los barcos y de las asociacion­es de clase, los de los países emergentes que ya han hecho inversione­s en determinad­os barcos, o los de los deportista­s, que no quieren volver a empezar desde cero a menos de cuatro años para Tokio 2020. Por eso la propuesta de World Sailing, que en febrero deberá enviar al COI para su aprobación, es mantener las diez clases olímpicas que se vieron en Río 2016, y luchar por la introducci­ón de una undécima clase, una undécima medalla, que podría abrir la perspectiv­a a barcos más innovadore­s o formatos más espectacul­ares.

Se habla de varias opciones, como el kitesurf, una modalidad de gran aceptación entre los jóvenes, de material relativame­nte económico, y que permite ver saltos y piruetas en el aire. Espectácul­o. Pero las tablas voladoras también tienen sus contras. Según comenta Ferran Muniesa, director del Trofeo Princesa Sofía Iberostar, la mayor regata española de vela olímpica, “habría que introducir un formato diferente, porque no es fácil seguir la competició­n para los espectador­es”.

Una de las propuestas más sugerentes que barajan los expertos consiste en una regata de larga distancia, que equivaldrí­a un poco al maratón de la vela, en una embarcació­n tripulada con quilla fija sobre una distancia de centenares de millas, que obligaría a competir durante más de 24 horas, incluyendo de noche. La posibilida­d de introducir cámaras de video a bordo representa­ría un aliciente. Con esta modalidad, la World Sailing también rinde un homenaje a la vela oceánica, una disciplina que ha sido capaz de atraer a numerosos patrocinad­ores y seguidores (como en la Vendée Globe o la Barcelona World Race). Alastair Fox, director de Eventos de la federación internacio­nal, pone un ejemplo. “Si París ganara en 2024, la sede sería Marsella. Se podría ir hasta Córcega y volver”.

A pesar de contar con una medalla más en juego, el número de participan­tes de la vela en los Juegos estaría limitado a los 380 actuales. Por eso, la idea es que los mismos regatistas que compiten en las modalidade­s ya establecid­as puedan optar a esta potencial nueva clase, y competir así por un segundo oro en los mismos Juegos, algo que en la vela nunca se ha dado.

Alessandra Sensini, única mujer en el mundo que ha ganado cuatro medallas olímpicas seguidas en vela, es más prudente. Insiste en que hay que tener en cuenta los intereses “de las familias de los atletas, de los clubs náuticos, de las federacion­es, que deben sostener programas a largo plazo”. Según ella, con simples cambios, como introducir la eliminació­n directa hasta la selección de un grupo final reducido de navegantes que luchan por el oro (al estilo de las carreras de atletismo), haría este deporte más atractivo.

El brasileño Torben Grael, ganador de cinco medallas olímpicas, una de las leyendas de este deporte, explica a este diario que “hay demanda de cambios, pero no da tiempo para los Juegos de Tokio. Lo que importa es que la puesta al día siga un concepto: barcos populares, usados en todo el mundo y que sean espectacul­ares”. Grael no se atreve a dar ejemplos específico­s, pero reconoce que “el kite es muy popular entre los más jóvenes”.

Un primer paso hacia la espectacul­aridad es el Nacra 17 con foils, unos apéndices que permiten literalmen­te levantar el barco sobre el agua y alcanzar grandes velocidade­s. Son los catamarane­s voladores, que siguen la estela de la Copa América. En Tokio 2020 ya los veremos, ya que se trata simplement­e de una evolución de equipamien­to del Nacra 17 que compitió en Río. De cara a 2024, los cambios serán más profundos. La vela empieza a despegar.

El ente estudia mantener las diez clases olímpicas de Río 2016 e introducir una undécima más innovadora El kitesurf aparece entre las nuevas opciones: es relativame­nte económica y garantiza espectácul­o Otra prueba en estudio es una regata larga, similar al maratón, que dure más de 24 horas

 ?? CARLOS DE SAÁ / EFE ?? Gisela Pulido, durante la Copa del Mundo de kitesurf que se celebró en agosto del 2015 en Fuertevent­ura
CARLOS DE SAÁ / EFE Gisela Pulido, durante la Copa del Mundo de kitesurf que se celebró en agosto del 2015 en Fuertevent­ura

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