La Vanguardia

Incertidum­bre atlántica

- Josep Oliver Alonso

Trump ha causado un efecto devastador en la confianza de los aliados de EE.UU.

Vaya mundo nos ha tocado vivir! No hace mucho, Grecia y el activismo ruso nos mantenían en vilo. Eran los vientos del este. Ahora la inquietud procede del oeste. Un viento que, por la magnitud de la economía americana, puede devenir en huracán.

Los mercados muestran ya las primeras señales de congoja. Y así, los tipos de interés a 10 años de la deuda pública han experiment­ado un salto hacia arriba que ha dejado helados, y con pérdidas, a algunos. Se calcula que de los 150 billones de dólares (billones europeos) en deuda y créditos corporativ­os y públicos del conjunto del planeta, el alza de tipos de esta última semana ha provocado quebrantos en el entorno de los 1,5 billones.

¿Qué ha pasado? Pues miren, una conjunción astral, con una perversa alineación de la Gran Bretaña, la Fed americana, el BCE y el Banco del Japón. Este último había anunciado que mantendrá su expansión monetaria, tranquiliz­ando un tanto a unos mercados nerviosos por la inminente alza de tipos en EE.UU. y las crecientes señales que el BCE reducirá su programa de compra de bonos a partir de marzo. Todo ello aderezado por los impactos, todavía imprevisib­les, del Brexit británico. Una situación que, lentamente, se encaminaba a alzas de tipos y, por tanto, a caídas en los precios de los bonos.

Y en esas llegó Trump. Y con un programa fiscal (reduccione­s de impuestos y expansión de gasto público) que apunta a déficit público y tensiones inflaciona­rias. Habrá que verlas, dadas las poderosas fuerzas que han mantenido los precios bajo mínimos estos últimos años. Pero, en cualquier caso, Trump significa un cambio substancia­l en el terreno de juego. Sea cual sea el alcance final de su política, lo cierto es que su efecto sobre la confianza de los aliados de Estados Unidos ha sido devastador. Porque si algo no era previsible de estas últimas décadas era, justamente, la retirada americana hacia sus fronteras, su demanda de proteccion­ismo y el abandono de su liderazgo global.

Esa radical modificaci­ón del terreno de juego ha generado una incertidum­bre que contrasta con las certitudes de que han gozado los mercados financiero­s estos últimos años. Frente a su emergencia, la primera reacción ha sido la de vender bonos, no sea que el activismo que predica Trump acabe comportand­o pérdidas no esperadas. Por ello, alza de tipos aquí, en EE.UU., en Alemania y en todas partes. Y, por ello también, el Tesoro español dejará de cobrar por colocar algunas emisiones. Malas noticias para un país tan endeudado como España. Y dentro de un par de semanas, referéndum en Italia. ¡Ay! La conjunción astral todavía puede ser peor.

En esta ya dilatada poscrisis, las certezas acerca del activismo de los bancos centrales han constituid­o una sólida roca a la que todos se han aferrado. Pero Trump nos ha adentrado en una nueva era. Bienvenido­s a la incertidum­bre.

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