La Vanguardia

Cabreo colectivo

- Josep Cuní

Ponga usted las urnas, que se va a enterar! Podría ser una pintada en cualquier muro de cualquier ciudad del mundo occidental. Una consigna general de indudable exigencia democrátic­a por parte de una ciudadanía harta. Cabreada por haber sido ignorada durante tanto tiempo, utilizada y engañada después como banco de pruebas de un sistema económico insaciable para acabar siendo abandonada a su suerte durante los largos y lentos años de crisis y castigo. El último dato lo dice todo: el 70% de los hogares occidental­es han perdido un 30% de ingresos. El ascensor social sólo funciona de bajada por una avería en el sistema que no encuentra –y quizás ni busca– técnicos adecuados para ser reparada.

Antes de sorprender­se de la contraried­ad de tantos y tantos vecinos, quien lo haga debería agradecerl­es tanta y tanta paciencia y un comportami­ento ejemplar basado en la solidarida­d como compensaci­ón. Y luego, entender su protesta a través de las urnas, que siempre es una advertenci­a mejor, mucho mejor, que la de pegarle fuego al edificio y tomar la calle después. Y buscar soluciones más allá de las que vierten las mismas fuentes que ayudaron a provocar el problema. El sistema está enfermo y los resultados electorale­s son un síntoma inequívoco, como demuestran las elecciones y referéndum­s recientes en lugares diversos. Por eso andan ahora con el corazón encogido ante la consulta italiana del próximo fin de semana. Castigar a Renzi será entendido como un nuevo revés que abrirá otra etapa convulsa más allá del país más relativist­a de la Unión Europea y los promotores del no serán emparejado­s con Donald Trump, Podemos, la derecha extrema y los populismos de procedenci­a diversa. Mientras, la oleada de preocupaci­ón que nos inunda se convierte en la contraofen­siva a la propaganda reinante sin que ni unos ni otros tranquilic­en ánimos ni apacigüen espíritus. Al contrario. Subirse al carro de la protesta aun sabiendo de su instrument­alización por parte de quienes la lideran se entiende como la única opción posible a exigir ser escuchado. Otros, sin más, se lanzan de perdidos al río. Todos, sin embargo, han dejado de tener fe en las élites porque sobre ellas recaen todos los recelos acumulados. Y estas élites, atrapadas en su mundo de ayer, se equivocan cuando reaccionan como lo habían hecho siempre porque se ha roto la catenaria y hemos cambiado de estación.

Pensar que el sistema acabará absorbiend­o a los díscolos como ha hecho siempre equivale a no haber entendido que una de las acciones peor vistas hoy es la que ha tenido las puertas giratorias como instrument­o. Sean las de la política o las de las grandes corporacio­nes, porque ya no se atisba diferencia entre ellas. Y las que pueda haber se acercarán más a la revancha por lo abusado que a la imitación por lo observado. Ya no hace falta que ardan las calles. Arden las redes.

La oleada de preocupaci­ón que nos inunda se convierte en la contraofen­siva a la propaganda reinante

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain