La Vanguardia

Querido por la crítica y el público.

Eduardo Mendoza gana el Cervantes por “devolver al lector el goce por el relato”

- FERNANDO GARCÍA

El escritor barcelonés Eduardo Mendoza es el nuevo premio Cervantes. En la imagen, ayer en Londres.

Eduardo Mendoza, el gran narrador barcelonés, se merece el premio Cervantes de Literatura en castellano “porque, con la publicació­n en 1975 de La verdad sobre el caso Savolta, inauguró una nueva etapa de la narrativa española en la que se devolvió al lector el goce por el relato y el interés por la historia que se cuenta”. Esa fue la primera e importante razón que explicó el jurado después de una “cordial pero difícil deliberaci­ón”, con cuatro votaciones, para la edición de este año.

El tribunal del que está considerad­o el máximo galardón de las letras hispanas destacó el lenguaje “lleno de sutilezas e ironía” que Mendoza, “en la estela de la mejor tradición cervantina”, exhibe en su literatura: algo que “el gran público y la crítica siempre reconocier­on”.

El presidente del jurado, Pedro Álvarez de Miranda, subrayó el hecho de que Mendoza sea un escritor catalán que recibe un premio como escritor en castellano. Y añadió que es “un dignísimo ganador” en una carrera anual en la que hay que superar “un listón muy alto”, como demuestra la lista de premiados.

Eduardo Mendoza Garriga (Barcelona, 1943) es, particular­mente, un escritor de Barcelona: la de La ciudad de los prodigios (1986) entre las exposicion­es universale­s de 1888 y 1929; la de la convulsa urbe de principios del siglo XX en La verdad sobre el caso Savolta y la de los vericuetos del Raval y el Barrio Chino de los setenta; esa Barcelona que, con incursione­s también a los arrabales y la zona alta de la capital catalana, suele recorrer el paciente (sin nombre) del doctor Sugrañes en sus disparatas investigac­iones de El misterio de la cripta embrujada (1978), El laberinto de las aceitunas (1982), La aventura del tocador de señoras (2001), El enredo de la bolsa y la vida (2012) y El secreto de la modelo extraviada (2015). Pero Mendoza es ante todo, como reafirma el Cervantes, uno de los grandes narradores actuales en lengua castellana: unas veces en clave de intriga o drama, y con el mejor humor en otros casos; humor desternill­ante a ratos pero fino siempre. Y sin perder jamás el ritmo, con descripcio­nes precisas que conciernen a todos los sentidos y un uso magistral de los adjetivos. Como cuando presenta al abogado de la empresa Savolta al inicio del libro que toma ese apellido en el título: “Cortabanye­s jadeaba sin cesar. Era muy gordo; calvo como un peñasco. Tenía bolsas amoratadas bajo los ojos, nariz de garbanzo y un grueso labio inferior, colgante y húmedo que incitaba a humedecer en él el dorso engomado de los sellos. Una papada tersa se unía con los bordes de su chaleco; sus manos eran delicadas, como rellenas de algodón, y formaban los dedos tres esferas rosáceas; las uñas eran muy estrechas, siempre lustrosas, enclavadas en el centro de la falange. Cogía la pluma o el lápiz con los cinco deditos, como un niño agarra el chupete. Al hablar producía instantáne­as burbujas de saliva. Era holgazán, moroso y chapucero”.

Fue con esta novela con la que Mendoza, procedente del ámbito de la traducción y la interpreta­ción simultánea en la sede de la ONU en Nueva York, irrumpió en la literatura hispana hace 41 años. Tal como sugirieron los nueve jueces del Cervantes con su reiterada mención del libro, La verdad sobre el caso Savolta es al mismo tiempo ópera prima y obra maestra del autor: tal vez la novela de su vida, al menos en la línea de mayor profundida­d que eligió para una parte de sus relatos, frente a la narrativa algo más ligera e hilarante de la serie del paciente sin nombre del doctor Sugrañes o de la exitosa Sin noticias de Gurb.

Mendoza era de entrada, como la mayoría aunque no todos los ganadores del Cervantes, un autor popular y laureado en España y el mundo. Entre otras distincion­es, es acreedor del premio de la Crítica por La verdad sobre el caso Savolta, del Ciutat de Barcelona por La ciudad de los prodigios, del Planeta por Riña de gatos (2010), del Nacional de Literatura de la Generalita­t por su obra, del galardón al Mejor Libro Extranjero por Una comedia ligera o del premio del Gremio de Libreros de Madrid por La aventura del tocador de señoras. No pocas novelas suyas han basado otras tantas películas, como La verdad..., La cripta y La ciudad de los prodigios. Mendoza no es sólo novelista. En 1990 estrenó la obra de teatro Restauraci­ó, escrita en catalán y en verso libre. Él mismo la tradujo al castellano y, al año siguiente, abrió con ella el Festival Internacio­nal de Teatro de Madrid para después presentarl­a en el Festival Internacio­nal de Teatro de Portugal. En total, Mendoza ha publicado quince novelas, dos libros de relatos, dos obras de teatro y cuatro ensayos.

Licenciado en Derecho y durante unos años profesor en la Pompeu Fabra, Mendoza tenía como refrán preferido “De perdidos, al río”. El ministro de Cultura, Íñigo Méndez de Vigo, le propuso ayer, cuando le dio la noticia por teléfono y según contó al presentar el premio, otro dicho a partir de ahora: “Que me quiten lo bailado”.

UN ESCRITOR DE BARCELONA Mendoza es uno de los autores que más y mejor han descrito la capital catalana ÓPERA PRIMA Y OBRA MAESTRA ‘La verdad sobre el caso Savolta’ abrió otra etapa en la narrativa española, según los jueces

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FACUNDO ARRIZABALA­GA / EFE
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