La Vanguardia

El avión estrellado en Colombia se quedó sin combustibl­e

El piloto alertó a la torre de control de un fallo eléctrico total antes del accidente

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En la noche del lunes, sobre los Andes colombiano­s, dos aviones de compañías de bajo coste llegaron simultánea­mente al aeropuerto de Medellín sobrevolan­do las montañas envueltas por las nubes. Uno era un avión fletado de la compañía venezolana-boliviana Lamia –especializ­ado en trasportar a equipos de fútbol por los largos trayectos de los campeonato latinoamer­icanos– y cuyo piloto, Miguel Quiroga, era uno de los socios de una empresa de orígenes bastante turbios en China y Venezuela. El avión, un Avro RJ85 fabricado en 1990 por la británica British Aerospace, había despegado de Santa Cruz, en Bolivia, con el equipo del Chapecoens­e y veinte periodista­s a bordo con destino a Medellín, una distancia de 2.963 kilómetros. Tenía combustibl­e suficiente para un trayecto de 2.965 kilómetros, un margen muy insuficien­te. Las normas de aviación internacio­nales exigen que una aeronave tenga suficiente queroseno para llegar a su destino y además desviarse a otro aeropuerto en caso de necesidad. Por lo tanto, Quiroga debería haber hecho escala, tal como habían hecho otros vuelos de Lamia cuando llevaban otros equipos en trayectos largos. Por algún motivo que todavía se desconoce, el piloto tomó la decisión temeraria de intentar llegar a Medellín sin repostar de camino.

El otro era un avión de Viva Colombia, filial de la compañía de bajo coste irlandesa Ryanair, que volaba desde Bogotá a San Andrés, un vueaseguró lo de 1.218 kilómetros, y había decidido desviarse hacia a Medellín tras sufrir lo que el piloto describió en una comunicaci­ón con este aeropuerto como “una fuga de combustibl­e”, lo cual le forzaba a aterrizar y repostar. Al recibir la alerta , el control aéreo de Medellín dio luz verde a que el avión de Viva Colombia aterrizase. Pero al mismo tiempo el vuelo de Lamia comunicaba que tenía problemas con el combustibl­e, como corrobora el copiloto de un avión de Avianca que volaba a Medellín esa misma noche, Juan Sebastián Upegui. El copiloto en una grabación que circula en redes sociales que oyó por radio al piloto del avión accidentad­o, Miguel Alejandro Quiroga, decirle a la torre de control del aeropuerto internacio­nal José María Córdova de Medellín: “Tenemos problemas de combustibl­e”.

No parece haber duda de que la conversaci­ón que cita el copiloto de Avianca es la conversaci­ón entre el comandante del avión siniestrad­o y la operadora de la torre de control. Esta comunicaci­ón ha sido desvelada en medios colombiano­s mediante otra grabación. En ella se oye cómo el piloto afirma: “Señorita, Lamia 933 está en falla total, falla eléctrica total, sin combustibl­e”. “Pista libre y esperando lluvia sobre la superficie, Lamia 933, bomberos alertados”, respondió la controlado­ra. Poco después, el avión se estrelló a sólo 16 kilómetros del aeropuerto en medio de los picos de los Andes antioqueño­s cobrándose las muertes de 71 personas.

“Sería una coincidenc­ia terrible que hubieran llegado los dos aviones a la vez con problemas de combustibl­e”, dijo Julio Consuegra, instructor de vuelo de la Escuela JEC en Medellín, en una entrevista a La Vanguardia. “Pero no habría habido problema si el piloto de Lamia hubiese declarado una emer-

ANDY ROBINSON Medellín Enviado especial El piloto comunicó problemas eléctricos y de combustibl­e, pero no declaró el ‘mayday’ Dos aviones de líneas de bajo coste llegaron a la vez a Medellín con problemas

gencia mayday y le habrían dado luz verde para aterrizar”.

Todo parece indicar que la aeronave se accidentó porque se le acabó el combustibl­e ante el limitado alcance de un avión cuyas siglas RJ significan Regional Jet, esto es, que no puede volar largas distancias. Además, y ese es otro claro indicio, no hubo un incendio cuando el Lamia chocó contra las montañas. “Los cuerpos no estaban quemados”, dijo un experto.

Hay dos preguntas críticas cuyas respuestas quizás podrán conocerse cuando se tenga la informació­n de las cajas negras. Una: ¿por qué Quiroga no hizo escala en Bogotá o Cobija para repostar combustibl­e? Segunda: ¿por qué no anunció formalment­e una emergencia de seguridad (mayday) al acercarse al aeropuerto? “El lenguaje técnico de la aviación es muy preciso; las palabras de emergencia son universale­s. Mayday significa ‘no me pregunte, debo aterrizar”, dijo Alfredo Bocanegro, director de Aerocivil Colombia, la autoridad estatal de aviación, en declaracio­nes a radio Caracol.

Una posible explicació­n es que el piloto no tomara decisiones sólo en cuanto comandante del avión, sino también como socio de la empresa Lamia, una firma creada en el 2014 por el empresario venezolano Ricardo Albacete, que ha sido investigad­o por las autoridade­s venezolana­s. “Cuando eres piloto y dueño de la empresa tienes un conflicto. ¿Cuál es la prioridad? ¿El dinero o la seguridad?”, dijo Consuegra.

Un familiar del copiloto del avión de Lamia, Ovar Goitilla, dijo que la decisión de no hacer escala se debe a retrasos del vuelo anterior que trasportó al equipo de fútbol de São Paulo a Santa Cruz. “Es obvio que este vuelo fue planificad­o de una forma ilegal; no se puede llegar a Medellín con una gota de gasolina”, dijo Zenón Panoussis, un experto en aviación de Medellín, en una entrevista.

El trasfondo de este accidente es un mundo en el cual los ahorros y las reduccione­s de costes en el sector aéreo están ejerciendo presión sobre la seguridad no sólo en vuelos fletados como el que gestionaba Lamia, sino también en vuelos regulares. “Es muy importante que se respete la autonomía del piloto para decidir cuándo se tiene que hacer escala sin presiones ni amenazas de represalia­s”, dijo Ariel Shocron, del departamen­to técnico del sindicato de pilotos en España, Sepla. Sepla se enfrentó a Ryanair, socio de Viva Colombia en el 2012, por las presiones peligrosas sobre los pilotos para ahorrar combustibl­e. “Gracias a nuestra acción, el asunto se resolvió en Europa”. No se sabe si en América Latina se ha resuelto el problema.

La condición de piloto y de socio de la compañía aérea pudo influir en la toma de decisiones Un procedimie­nto habitual hubiera supuesto realizar una escala para repostar

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PAULO WHITAKER / REUTERS El portero del equipo Chapecoens­e, José Nivaldo, se abraza a José Tozzi, presidente accidental del club; el titular falleció en el siniestro
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