Trump deja los negocios
El presidente electo de EE.UU. ha anunciado que abandonará su faceta de empresario para paliar en lo posible los numerosos conflictos de intereses que se avecinan entre sus empresas y los intereses del Gobierno federal.
La ley ampara la actividad del presidente, pero le prohíbe prebendas del extranjero Cuando Donald Trump tome posesión del cargo de presidente de Estados Unidos, se convertirá automáticamente en arrendador de sí mismo, porque el Gobierno federal le tiene alquilado el edificio de la antigua central de correos donde se ubica el recién inaugurado Trump International Hotel de Washington DC, a tres manzanas de la Casa Blanca. Trump pagará a Trump un alquiler de 250.000 dólares mensuales. Y si no cambia nada, el año que viene subordinados del presidente Trump negociarán con el empresario Trump el correspondiente aumento de la renta. Este es el ejemplo paradigmático menos importante que se ha utilizado para poner de manifiesto la tormenta de conflictos de intereses que se avecina con el nuevo presidente, propietario de medio millar de empresas en 18 países distintos y una fortuna de entre 3.000 y 10.000 millones de dólares, según quién la calcule.
El presidente electo se apresuró a recordar la semana pasada que la ley le permite a él y al vicepresidente mantener su actividad privada. Aun así, Trump anunció ayer que piensa retirarse de sus negocios y centrarse en ejercer de presidente. Lo hizo para variar a través de Twitter con declaraciones tan breves que no permiten aclarar cómo va a impedir que sus intereses interfieran en el ejercicio de la presidencia.
“Aunque no estoy legalmente obligado a hacerlo –dijo– creo que es visualmente importante, como presidente, evitar a toda costa un conflicto de intereses con mis diferentes negocios. Por lo tanto, estamos elaborando los documentos legales necesarios para apartarme totalmente de las operaciones comerciales. La presidencia –concluyó– es mucho más importante”. Pero una cosa es dejar de gestionar los negocios y otra muy distinta dejar de estar interesado en su buena marcha y en el valor de sus propiedades. Si como anunció durante la campaña, Trump traspasa sus negocios a sus hijos, el riesgo de conflicto de intereses será prácticamente el mismo. Los parientes de los líderes políticos han sido siempre el principal terreno de juego de los grupos de presión para conseguir sus objetivos. Trump anunció una conferencia de prensa para el 15 de diciembre en la que, junto a sus hijos, explicará cómo abandonará ”totalmente” sus grandes negocios “para concentrarme en la conducción del país”.
Que el conflicto de intereses será un asunto recurrente durante la presidencia de Trump se advirtió ya en plena campaña y en los días posteriores a la elección. Tres hijos y un yerno fueron incorporados al equipo que gestiona el traspaso de poderes. En la primera entrevista como presidente electo, Trump apareció junto a su esposa e hijos, y la firma de joyería Ivanka Trump promocionó rápidamente la pulsera de oro que lucía la chica en la CBS y que se vendía por 10.800 dólares.
Es cierto que la ley permite al presidente mantener su actividad privada, pero también lo es que tiene prohibido aceptar regalos y tratos preferentes de gobiernos extranjeros, y el conglomerado de empresas de Trump están constantemente negociando con interlocutores políticos de medio mundo y de países como China, Turquía, Arabia Saudí o Qatar. Expertos constitucionales señalan que, sin renunciar a la propiedad, el simple pago de la factura de un gobernante extranjero a un hotel Trump podría vulnerar la ley. Eso ya podría ocurrir con las reservas en el hotel de Washington para asistir a la toma de posesión el 20 de enero, aunque quizá entonces el hotel ya no pertenezca a Donald Trump. Steven Schooner, profesor de la Universidad George Washington, experto en contratación pública, ha recordado que en cuanto Trump tome posesión, el contrato con el hotel expirará, porque el organismo federal que gestiona el alquiler del edificio tiene prohibido precisamente alquilarlo a empleados del gobierno.
Expertos en derecho creen que sin renuncia a la propiedad, hasta en un pago a un hotel se podría vulnerar la ley