Cuando el teatro te saca de la cárcel
Carme Portaceli dirige a presos de Brians 2 en un montaje teatral que se verá hoy en CaixaForum Barcelona
Libertad es lo que quiero yo para volar”, va repitiendo uno de los jóvenes actores en el escenario. No es ninguna metáfora. El escenario donde ensaya es el de la prisión de Brians 2 y los intérpretes del montaje cumplen diferentes condenas, aunque ya están cerca de la libertad que cantan. Eso les permite acudir hoy y el próximo 10 de enero a CaixaForum Barcelona a representar la obra que han estado preparando con una directora de las que habitualmente dirigen a grandes actores en los grandes teatros del país: Carme Portaceli (Valencia, 1957), flamante directora del Teatro Español de Madrid. Una decena de internos va a salir de la cárcel a representar la pieza, pero en realidad, confiesan a los periodistas que ven el ensayo, gracias al teatro que hacen los fines de semana en la prisión ya escapan de lo que les rodea. Entran en un territorio en el que han creado una familia y en el que han aprendido a expresarse en público. Y, sobre todo, a expresar sus emociones. “Sacas las emociones, si no te queda la frustración dentro”, dice un actor. “Con el teatro soy mejor persona, tengo más empatía”, apunta otro.
El grupo teatral de Brians 2 está normalmente integrado por una treintena de miembros y desde hace ocho años la monitora es Montse, con la que tienen una complicidad enorme. Ella explica que no busca hacer terapia con el teatro, sino hacer simplemente teatro. Pero que el simple teatro –la última obra que ha representado el grupo es Woyzeck– les resulta muy terapéutico.
Ahora el grupo, gracias al programa Art for change de la Obra Social La Caixa, además de con Montse ha contado con Carme Portaceli para llevar a escena textos de Lorca, Shakespeare, Gorki y Beckett –por supuesto, Esperando a Godot– que hablan de la libertad, el recuerdo, el deseo de vivir y la necesidad de evasión en circunstancias adversas para evocar la entrada, la estancia y la salida de la prisión.
En los ensayos del martes, como en todo ensayo, se traban, se les olvidan algunas líneas, la directora les pide más garra. “Ahora parecemos un caos, pero damos lo mejor de nosotros el día de la obra y sale bien”, sonríe un intérprete. Aun así, cuando toman carrerilla algunos textos brotan muy sentidos. Y cargados. “Mi camino estaba trazado. Cuando era pequeño ya me llamaban ladrón, hijo de ladrón”, recita uno.
Con los textos recorrerán frente a sus espectadores los espacios de la exposición de CaixaForum Bálsamo y fuga. La creación artística en la institución penitenciaria, pero en realidad ya se han liberado antes. “Uno se apunta al teatro para salir del módulo, aquí todo cambia, te olvidas del muro, hemos creado familia, estoy deseando que llegue el viernes para pasar sábado y domingo aquí”, señala un intérprete. “Al llegar al pabellón cultural los problemas quedan fuera. El teatro te hace exteriorizar tus sentimientos y tener empatía. Pierdes el miedo a hablar en público, hablas mejor, te expresas más”, dice otro. “Es el único momento en el que estás libre de pensar que estás en una prisión, eres tú mismo, en el teatro es como si estuvieras en la calle”, resalta otro compañero, que como casi todos ha dejado el trabajo en la lavandería, la cocina o los talleres para ensayar entre semana. Para Portaceli, lo que les ha llevado al teatro es “conectar con sus propios sentimientos”. Para ellos, además, llevando fuera la obra, “la gente sabrá que aquí no todo es malo, que hay cosas buenas”.
“El teatro es el único momento en el que dejas de pensar que estás en una prisión”, afirma un interno