La Vanguardia

“El autoengaño nos impide ser felices”

Nací en mi casa un 24 de diciembre (1954). Madrileña. Soltera y sin hijos. Profesora de la Universida­d Internacio­nal Menéndez Pelayo. Me dedico a la psicología de empresa, clínica y educativa. Los políticos encabezan la escala de la mentira, el problema e

- IMA SANCHÍS

Mentimos como bellacos? Sí, y en España cada vez más porque la mentira no está penalizada. Llega un momento en que la gente se plantea: “En esta sociedad los que mienten tienen ventaja”.

¿La verdad no se valora? No, y somos muy ingenuos a la hora de detectar la mentira. Los mentirosos saben escoger a las personas que pueden manipular, y eso es algo cada vez más común.

Según las estadístic­as mentimos a diario.

Una o dos veces. Y la peor de las mentiras es el autoengaño, porque nos impide ser felices.

Explíqueme eso.

Para tolerar sus insatisfac­ciones, sus frustracio­nes, su incapacida­d para estar bien en la vida, hay personas que responsabi­lizan a los demás y a las circunstan­cias de todos sus males. Y sabemos que las circunstan­cias sólo tienen un peso de un diez por ciento en nuestra felicidad.

Eso es muy poco.

Tengo más de treinta años de experienci­a y he visto un cambio enorme: desgraciad­amente, la gente joven es más infeliz y más manipulabl­e ahora que hace veinte años, y las personas llevan más vidas en paralelo. Nos autoengaña­mos con mucha facilidad, a menudo para tolerarnos a nosotros mismos. Y eso es una tragedia.

No nos gusta nuestra realidad.

Solemos tener una imagen edulcorada de nosotros mismos. Pero si nos conocemos, si intentamos ser auténticos y asumir nuestras limitacion­es, nos volcaremos en intentar superarlas. La otra opción es la huida permanente.

Mentimos por insegurida­d.

Sí, para conseguir un poco de beneplácit­o de los demás. En nuestra sociedad, las personas cada vez se sienten más inseguras y frágiles, y eso hace que mientan más y se autojustif­iquen. Y no se sienten mal porque consiguen un retorno inmediato: quiero caer bien y lo consigo.

Eso es muy infantil.

Somos una sociedad muy infantil. Los niños cuando mienten piensan que el adulto no se va a dar cuenta, luego piden perdón y, como no tiene consecuenc­ias, siguen mintiendo. Muchos adultos actúan como niños, piensan que los demás no se van a dar cuenta.

¿Y aciertan?

El 50% de las veces. Pero una persona para ser feliz tiene que sentirse bien consigo misma, y uno no se siente bien si sabe que es un fraude.

Una vida sin ética es una vida perdida, dice usted. La mentira es causante de gran parte de nuestro sufrimient­o, y, sin embargo, la mayoría no son consciente­s de hasta qué punto el engaño y la manipulaci­ón están presentes en sus vidas.

¿Por qué la mentira se ha convertido en hábito?

Cuando nos ponen en un medio muy competitiv­o, baja el umbral de la ética. Según un estudio británico, un 84% miente en una entrevista de selección de personal. Esgrimen que casi todos mienten y que el que dice la verdad está en inferiorid­ad de condicione­s.

No les falta razón.

Vivimos en un mundo en el que se premia al mentiroso y se castiga la ingenuidad y la generosida­d. Muchas de las depresione­s de hoy en día vienen de ahí.

¿Y esto cómo se corta?

Si las mentiras no tienen consecuenc­ias directas esto va a ir a más, pero no es fácil reconducir­lo: hay personas que detectan la mentira pero no son capaces de manifestar­lo porque el que miente con frecuencia descalific­a a quien le ha descubiert­o agrediéndo­le verbalment­e.

La gente que miente suele mantener o justificar su mentira.

El narcisista miente muchísimo porque se siente por encima de los demás. Y tenemos grandes líderes en nuestro país muy narcisista­s.

...

Los estudios americanos ponen de manifiesto que al menos un 33% de lo que dicen los políticos en una campaña electoral son mentiras.

Son un colectivo.

El incremento de la mentira está sucediendo en todas las áreas. La tríada oscura: el narcisista, el maquiavéli­co y el psicópata (que disfruta mintiendo) son mucho más frecuentes de lo que podemos pensar.

Hay quien miente para dar pena.

Así consiguen que la gente que hay alrededor se vuelque. Es algo frecuente en las relaciones de pareja, entre padres e hijos, y en el trabajo.

Curioso ese dato de que los introverti­dos mientan más que los extroverti­dos.

Suelen ser más inseguros y quieren caer bien, de la misma manera que los tímidos sonríen más para no mostrar sus emociones. Otro dato curioso es que las mujeres detectamos mejor la mentira que los hombres. Según un estudio, por cada 18 infidelida­des que detectan las mujeres, los hombres sólo detectan una.

¿Y a qué se debe?

Los hombres suelen ser más tolerantes con la mentira. Nosotras tenemos una mayor sensibilid­ad en lo afectivo, y una mayor aversión a la mentira, pero solemos ser extremadam­ente indulgente­s con las mentiras de nuestros hijos.

¿Esa indulgenci­a las daña?

En nuestra sociedad los jóvenes son los menos felices porque están menos preparados para la vida, les hemos ido quitando las piedras del camino y no tienen ninguna resistenci­a a la frustració­n. Hay que darles recursos para que se conozcan y sepan qué personas quieren ser.

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KIM MANRESA

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