Magnus Carlsen
Magnus Carlsen recuperó el ‘olfato de gol’ cuando más lo necesitaba mucho la resistencia. 38... a1 Y no hay defensa ante las amenazas sobre la dama y el alfil.
El prodigio noruego renovó el título mundial de ajedrez en una apasionante serie de partidas rápidas de desempate contra el aspirante Serguéi Kariakin. Magnus Carlsen (26) se impuso por talento y también por agresividad.
El noruego Magnus Carlsen retuvo la corona mundial de ajedrez al imponerse por 3 a 1 –dos tablas y dos victorias– ante el aspirante ruso Serguéi Kariakin, en el encuentro de partidas rápidas que sirvió para romper el empate registrado en las doce partidas reglamentarias previamente disputadas. Carlsen, que cumplía ese día 26 años –los mismos que tiene Kariakin–, celebró su aniversario del mejor modo posible: con una victoria clara y merecida, que tuvo además un broche de oro al finalizar el campeón su actuación con un espectacular movimiento, el mejor del encuentro, que forzaba el mate en dos jugadas.
Pero la jornada de desempate no fue un camino de rosas para Magnus. Tras unas sosas tablas en la primera, el campeón tuvo que recuperarse anímicamente de una gran decepción al dejar escapar una enorme ventaja en la segunda, que dominó de cabo a rabo. Kariakin llevó al extremo la estrategia de tablas que tan buenos resultados le dio durante todo el choque. Pero en el ritmo rápido el aspirante fue claramente superado: Carlsen jugaba más rápido y mejor, y era el único que mostraba ambición por ganar, mientras que Kariakin se limitaba a devolver la pelota, usando el símil del tenis. Me sorprendió agradablemente la reacción de Magnus tras el fiasco de la segunda partida: jugó la tercera con rabia, absolutamente decidido a ganar. Cada jugada del noruego era un afilado puñal lanzado contra la posición del oponente y Kariakin a duras penas podía esquivar la lluvia de amenazas, hasta colapsar por completo cuando apenas le quedaban unos pocos segundos en el reloj. El ruso, sin tiempo, sin ideas, sin ambición, fue un fantasma de sí mismo en la cuarta, su última oportunidad. Carlsen se permitió el lujo de finalizar con una floritura para la galería, un hermoso sacrificio de dama que ya queda para la historia como lo mejor del encuentro de Nueva York.
Ganó Magnus, demostró su superioridad, y recuperó el olfato de gol que por una u otra razón le había abandonado a lo largo de todo el encuentro. Carlsen fue siempre el que más arriesgó y tuvo premio, y en mi opinión fue también una gran noticia para el ajedrez, pues habría sido injusto que el aspirante hubiera logrado una recompensa tan grande como la corona mundial habiendo demostrado simplemente su capacidad defensiva, sin haber tomado la iniciativa ni una sola vez en todo el encuentro. Desde el punto de vista deportivo hubo justicia, aunque viniera acompañada del rápido tic-tac del reloj y exigiera al campeón nervios de acero en los momentos decisivos.
La respuesta del noruego a las tablas de la segunda partida fue la de un auténtico campeón. Jugó la tercera con auténtica rabia, gran energía y determinación. Carlsen se había propuesto liquidar de una vez por todas los fantasmas y anotarse la victoria. El duelo se resolvió en el apuro de tiempo de Kariakin, cuando el ruso apenas fue capaz de oponer resistencia ante el empuje de su poderoso y enojado rival. 30...e4! 31.dxe4 xc3
32. xc3 e5 El dominio de las casillas oscuras y el fuerte caballo de e3 conceden a las negras una gran compensación por el peón sacrificado. Un par de imprecisiones de Kariakin pondrán la victoria
en bandeja a Carlsen. 33. c1? Era imprescindible controlar las entradas de la dama enemiga con 33. d2 a8 34. e2
a1+ 35. c1 33... a8 34.h3 h6 35. h2 d4 36. e1 b2 37. f1
a2 El dominio negro es abrumador, pero el siguiente error es impropio de un jugador de la fuerza del aspirante. Kariakin estaba ya noqueado. 38. xc7? Pierde en el acto. 38. b1 permite prolongar
Magnus jugó una gran partida en la cuarta y definitiva. El campeón desarrolló de forma natural la iniciativa de las piezas blancas, incluso con ambición, sin obsesionarse con las tablas, que le bastaban para retener la corona. Como resultado de esa estrategia logró una posición dominante que tuvo bajo control en todo momento, manteniendo también una gran ventaja en el reloj. Por fin, obtuvo como premio una hermosa partida, que sirvió para poner un digno final. La última jugada del encuentro resultó ser también la más brillante, un sacrificio de dama que pasa a ocupar un lugar de honor entre las combinaciones más bonitas jamás realizadas en una final del Campeonato del Mundo. 49. c8+ h7
50. h6+!! Las negras reciben mate en dos, tanto si toman con peón como con rey: 50. h6+ xh6 (50...gxh6 51. xf7#) 51. h8# 1–0
EL DERROTADO Kariakin llevó al extremo la estrategia de tablas, pero habría sido injusto un campeón defensivo EL VENCEDOR Carlsen se permitió el lujo de finalizar con una floritura, un hermoso sacrificio de dama