Alfred Brendel
‘Sobre la música’, antología definitiva de los textos del pianista Alfred Brendel
Alfred Brendel presenta Sobre la música. Ensayos completos y conferencias (Acantilado), la antología definitiva de sus textos sobre música. A sus 85 años, el pianista mantiene intacto su compromiso con la curiosidad por el futuro.
Sus interpretaciones al piano de piezas de Schubert, Schumann, Listz o Schönberg han sido consideradas lúcidas y provocadoras. Lejos del purismo y la rígida ortodoxia, pero desde un absoluto respeto hacia los grandes autores, el pianista, poeta y escritor Alfred Brendel (Wiesenberg, Checoslovaquia, 1931) logró que profesionales y aficionados a la música clásica volvieran a oír (y sentir) algunas piezas de modo absolutamente nuevo, distinto, singular.
Brendel dio su primer recital de piano en Graz cuando tenía 17 años. Lo llamó “La fuga en la literatura para piano”. Para entonces ya conocía bien el efecto terapéutico de la música y el espíritu de supervivencia porque apenas tres años antes, siendo un adolescente de catorce, había sido enviado a Yugoslavia a cavar trincheras. Acabó en el hospital con severas congelaciones. Hasta entonces sólo había recibido algunas clases particulares de piano, pocas.
Sobre la música. Ensayos completos y conferencias (Acantilado) se presenta ahora como la antología definitiva de los textos de Alfred Brendel sobre música. Sus apuntes y sugerencias son realmente originales. Ya en el primer capítulo avisa: “Valga esta como la primera advertencia para el intérprete de Mozart: con tocar el piano, aunque se haga de manera impecable, no basta”.
Reconoce que a veces se busca problemas por descartar las visiones simplistas y rechaza las ideas dogmáticas sobre la ejecución. “Siempre he querido saber qué descubren los historicistas. Por eso dejé de tocar Bach, a quien interpretaban todos los que no tenían en consideración el piano moderno”. Por eso, también, defiende que el intérprete debe buscar para cada obra un nuevo enfoque. “Si aplicas las reglas sin pensar, estás perdido. Los hábitos obsesivos de ejecución hay que vigilarlos: la misma nota no siempre debe ejecutarse del mismo modo. ¿Interpreta un cantante una nota siempre igual?”.
Décadas lleva Brendel explicando que la música no sólo es estructura –“sin sentimiento y psicología no es nada”– y aunque eso le ha confrontado con algunos tecnicistas, insiste en ello. “Siempre habrá parte de público que quede impresionado por esa pirotecnia. Hemos llegado al cenit de pericia, pero después... estos intérpretes no saben tocar lento”.
No ha cambiado sus gustos –“al menos no drásticamente”– su autor preferido sigue siendo Rajmáninov y sólo soporta la música en poquísimas películas. “En general son una atrocidad. Excepto Chaplin o Jim Jarmusch. El piano es un filme mortificante”.
Tampoco la poesía le convence cuando se presenta como binomio de un pianista. “Supongo que esa asociación de ideas, eso del pianista-poeta, viene de Chopin, pero es algo enrevesado. Si eres constantemente poético, ahogas la pieza”. La poesía como condimento, pues, no como plato.
Brendel, el amante de la arquitectura barroca que un día se atrevió a confesar que a veces los aplausos le molestaban, ha dejado de participar con el ímpetu de antaño en interpretaciones contemporáneas por culpa de sus problemas de audición. Pero mantiene intacto, a sus 85 años, su compromiso con la curiosidad por el futuro. Las interpretaciones modernas de Bach son necesarias y a los críticos los asume con agradecimiento, respeto y escepticismo, “porque algunos y algunas se creen dioses”.
Tras la publicación de este libro Alfred Brendel ha escrito tratados sobre el sinsentido –“la sinrazón de la música”– y sobre el movimiento dadá. “En mí habitan varias casas, pero quien busque en mí una interpretación dadaísta está llamando a la puerta equivocada”, comenta este hombre irónico que siempre apostó por el humor. “En el primer puesto de mi particular ranking del humor están Haydn y Beethoven. Sí, sí, yo creo que es erróneo ese tópico del Beethoven heroico entre nubes. Tiene muchos más registros”.
“Hemos llegado al cenit de la pericia técnica, pero luego... esos intérpretes no saben tocar lento”