Peligroso modelo empresarial
La compañía aérea Lamia se inspiró en la cultura del bajo coste
Uno de los misterios escondidos aún en la neblina de los Andes colombianos tras el desastre del lunes pasado es por qué el piloto y socio de la empresa Lamia, Miguel Quiroga, mantuvo el avión casi sin combustible en espera durante diez minutos mientras otros aviones aterrizaban. “Yo no me lo explico; cuando tienes a 81 vidas en riesgo, entre ellas la tuya, por qué esperar 10 minutos; el piloto debería haberse negado a esperar y declarado una emergencia”, dijo Zenon Panussis, un expiloto griego que analizaba los informes de incidencia difundidos por la publicación especializada estadounidense Aviation Herald. “Fue una decisión kamikaze”, dijo un instructor de vuelo en Medellín. Hay que esperar hasta que salgan los informes oficiales. Pero la explicación puede tener que ver con la cultura empresarial de bajos costes e incentivos distorsionados en una empresa como Líneas Aéreas Merideñas International Airways (Lamia), creada en Mérida (Venezuela) en el año 2010 por el empresario español Ricardo Albacete.
Albacete ha sido el representante del polémico empresario multimillonario chinobritánico Sam Pa, buscado por el Departamento del Tesoro de EE.UU. desde el 2014 y encarcelado hace un año por corrupción en relación con la petrolera estatal china Sinopec. Sam Pa ha ido construyendo un emporio global mediante acuerdos con gobiernos paria, desde Corea del Norte a Zimbabue. Ha realizado inversiones multimillonarias en África –principalmente en Angola y Zimbabue– y en los últimos meses, a través de Albacete, había propuesto inversiones en infraestructuras en Galicia, según diversos medios de difusión gallegos. Hasta se habría reunido, según estas informaciones, con el presidente de la Xunta gallega para crear una ruta de vuelo entre Santiago de Compostela y Luanda, en Angola. No se sabe con qué aviones…
Pero si el encarcelamiento del magnate chino y la posterior congelación de mas de 70 millones de euros en sus cuentas en el banco internacional –salpicado por casos den evasión fiscal– HSBC no fuese suficiente para frustrar los planes gallegos, el desastre aéreo del lunes los habrá liquidado.
Albacete, con la ayuda financiera de Sam Pa, creó Lamia en Venezuela comprando doce aviones AVR J85 , de fabricación británica y a buen precio dada su antigüedad –dejaron de fabricarse en el 2002– , para hacer vuelos regionales dentro de Venezuela. Pero en un país cuya crisis se ha ido profundizando, Albacete jamás logró amortizar la inversión. En el 2014 trasladó la empresa a Bolivia, con dos aviones viejos, de 16 años de antigüedad, y empezó a ofrecer servicios a los clubs de fútbol en América Latina y otras empresas que trataban de conseguir vuelos de bajo coste para sus trayectos dentro del continente.
Varios clubs han usado la compañía, así como las selecciones de Bolivia y Argentina. Es una extraña paradoja que el fútbol cotice a precios desorbitados a jugadores como Lionel Messi y luego los transporte en líneas de bajo coste como Lamia. Albacete dijo en España esta semana que ya no tiene relación accionarial con Lamia en Bolivia, cuyos principales socios parecían ser los dos pilotos muertos en el accidente. Añadió –en comentarios a El Confidencial– que el avión que transportaba al equipo brasileño de fútbol se estrelló “alcanzado por un rayo”.
Es posible. Pero lo más probable es que el modelo empresarial de Lamia –sintomático quizás de una economía de ahorros constantes en la que los trabajadores son dueños de sus empresas– creó las condiciones para el desastre. Cuando el piloto del avión es socio de la empresa “habrá tentación de ahorrar el coste de hacer una escala para reponer combustible”, añade Julio Consuegra, instructor de vuelo de la Escuela JEC de Medellín. “Quizás se negó a aceptar la realidad porque sabía que un aterrizaje de emergencia supondría la muerte de su compañía”, señaló Zenon Panussis.
Creada en Venezuela en el 2010 por un español, tuvo que trasladar su sede a Bolivia ante la escasez de encargos