El Parlamento colombiano ratifica el acuerdo con las FARC
El uribismo se opone, aunque no votó en contra, y usará la paz en la campaña
El accidente aéreo de Medellín ha hecho que los colombianos desviaran la atención del proceso de paz hacia la tragedia del Chapecoense. Precisamente, en una semana crucial, ya que como estaba previsto el Parlamento ratificó el acuerdo entre el Gobierno y las FARC con la oposición del uribismo. No obstante, la paz seguirá protagonizando la política colombiana hasta las elecciones presidenciales del 2018.
La ratificación fue realizada el martes por el Senado y el miércoles por la Cámara de Representantes. Ambas votaciones tuvieron lugar tras largos y agrios debates pero al final la mayoría oficialista acabó con la incertidumbre creada cuando el 2 de octubre el primer acuerdo de paz de La Habana fue rechazado en referéndum por estrecho margen.
El expresidente Álvaro Uribe, que es senador, dejó clara su oposición y la de su grupo durante el debate pero a la hora de votar optó, al igual que otros críticos, por ausentarse, lo que dejó el marcador electrónico de la cámara alta a cero en cuanto a sufragios negativos. Lo mismo sucedió en la votación de la cámara baja, que se produjo en la madrugada de ayer (hora española). Parece que ningún legislador quiso pasar a la historia como contrario a finalizar con 52 años de guerra.
En realidad, el trámite parlamentario, además de llevar tranquilidad al país, supone el inicio de una larga campaña electoral de año y medio, donde el Centro Democrático (CD) de Uribe aspira a lograr la presidencia, aunque el exmandatario no puede volver a postularse por mandato constitucional.
El uribismo, que también exige otro referéndum para ratificar el acuerdo en lugar del trámite parlamentario, pretende cuestionar el acuerdo como principal argumento de campaña. Sus reticencias se centran en la impunidad que aseguran tendrán los guerrilleros y en sus opciones de participación política.
Sin embargo, la actitud de los líderes de las FARC y del Gobierno, así como el descenso en el nivel de beligerancia del propio Uribe tras su inesperada victoria en el plebiscito, indican que, aún en el caso de que el CD llegase al poder, el conflicto armado ha llegado a su fin por mucho que se prevea una campaña tan caliente como la que llevó al presidente Juan Manuel Santos a la reelección en el 2014 con la paloma de la paz en la mano.
La mayor discrepancia ahora entre guerrilla y Gobierno es cuál es el día D, a partir del cual se debe empezar a desarrollar el acuerdo, o sea la desmovilización y el desarme de las FARC. Para Santos, el día D fue el miércoles, coincidiendo con la ratificación parlamentaria. Para los insurgentes, será cuando se apruebe la ley de amnistía pactada en Cuba.
En cualquier caso, el inicio de la implementación es cuestión de días y, de hecho, bajo la supervisión de observadores internacionales –incluido un contingente de militares españoles– coordinados por la ONU, se vienen dando pasos preparatorios para la desmovilización desde antes del referéndum.
El acuerdo de paz recoge que cinco días después del día D los casi 6.000 miembros de las FARC deberán concentrarse en 27 zonas ya establecidas y que la entrega de las armas se producirá entre los tres y los seis próximos meses. La mayor discrepancia ahora es si cabe esperar a la amnistía para iniciar la implementación del acuerdo