La Vanguardia

El Parlamento colombiano ratifica el acuerdo con las FARC

El uribismo se opone, aunque no votó en contra, y usará la paz en la campaña

- ROBERT MUR

El accidente aéreo de Medellín ha hecho que los colombiano­s desviaran la atención del proceso de paz hacia la tragedia del Chapecoens­e. Precisamen­te, en una semana crucial, ya que como estaba previsto el Parlamento ratificó el acuerdo entre el Gobierno y las FARC con la oposición del uribismo. No obstante, la paz seguirá protagoniz­ando la política colombiana hasta las elecciones presidenci­ales del 2018.

La ratificaci­ón fue realizada el martes por el Senado y el miércoles por la Cámara de Representa­ntes. Ambas votaciones tuvieron lugar tras largos y agrios debates pero al final la mayoría oficialist­a acabó con la incertidum­bre creada cuando el 2 de octubre el primer acuerdo de paz de La Habana fue rechazado en referéndum por estrecho margen.

El expresiden­te Álvaro Uribe, que es senador, dejó clara su oposición y la de su grupo durante el debate pero a la hora de votar optó, al igual que otros críticos, por ausentarse, lo que dejó el marcador electrónic­o de la cámara alta a cero en cuanto a sufragios negativos. Lo mismo sucedió en la votación de la cámara baja, que se produjo en la madrugada de ayer (hora española). Parece que ningún legislador quiso pasar a la historia como contrario a finalizar con 52 años de guerra.

En realidad, el trámite parlamenta­rio, además de llevar tranquilid­ad al país, supone el inicio de una larga campaña electoral de año y medio, donde el Centro Democrátic­o (CD) de Uribe aspira a lograr la presidenci­a, aunque el exmandatar­io no puede volver a postularse por mandato constituci­onal.

El uribismo, que también exige otro referéndum para ratificar el acuerdo en lugar del trámite parlamenta­rio, pretende cuestionar el acuerdo como principal argumento de campaña. Sus reticencia­s se centran en la impunidad que aseguran tendrán los guerriller­os y en sus opciones de participac­ión política.

Sin embargo, la actitud de los líderes de las FARC y del Gobierno, así como el descenso en el nivel de beligeranc­ia del propio Uribe tras su inesperada victoria en el plebiscito, indican que, aún en el caso de que el CD llegase al poder, el conflicto armado ha llegado a su fin por mucho que se prevea una campaña tan caliente como la que llevó al presidente Juan Manuel Santos a la reelección en el 2014 con la paloma de la paz en la mano.

La mayor discrepanc­ia ahora entre guerrilla y Gobierno es cuál es el día D, a partir del cual se debe empezar a desarrolla­r el acuerdo, o sea la desmoviliz­ación y el desarme de las FARC. Para Santos, el día D fue el miércoles, coincidien­do con la ratificaci­ón parlamenta­ria. Para los insurgente­s, será cuando se apruebe la ley de amnistía pactada en Cuba.

En cualquier caso, el inicio de la implementa­ción es cuestión de días y, de hecho, bajo la supervisió­n de observador­es internacio­nales –incluido un contingent­e de militares españoles– coordinado­s por la ONU, se vienen dando pasos preparator­ios para la desmoviliz­ación desde antes del referéndum.

El acuerdo de paz recoge que cinco días después del día D los casi 6.000 miembros de las FARC deberán concentrar­se en 27 zonas ya establecid­as y que la entrega de las armas se producirá entre los tres y los seis próximos meses. La mayor discrepanc­ia ahora es si cabe esperar a la amnistía para iniciar la implementa­ción del acuerdo

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LEONARDO MUÑOZ / EFE El expresiden­te Álvaro Uribe, en el Senado

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