La Vanguardia

Toma el oro y corre

Un individuo roba, al pasar, un cubo con oro por valor de 1,6 millones de dólares de un camión en Nueva York

- FRANCESC PEIRÓN Nueva York. Correspons­al

Ya se le conoce como “el hombre de verde”.

La policía de Nueva York ha difundido un vídeo, de esos que se lanzan pidiendo la colaboraci­ón ciudadana, en el que la acción de ese desconocid­o inspira el recuerdo de una estrofa de Luis Eduardo Aute.

“Si yo sólo pasaba, pasaba por aquí, ningún teléfono cerca y no lo pude resistir, pasaba por aquí…”.

Si la letra de Aute es emocional –una historia de amor no correspond­ido–, la iniciativa del “hombre de verde” –descrito así por los investigad­ores, pese a que el color queda más bien difuminado– es de otro calado. De otra naturaleza, aunque también sintió esa súbita atracción. Lo suyo consistió en oportunism­o, sin sentimenta­lismo.

Pasaba por ahí y se llevó un cubo negro de aluminio lleno de láminas de oro, por un valor de 1,6 millones de dólares, y un peso de 39 kilos. El remolque del camión blindado, uno de esos de empresas de seguridad para evitar robos, estaba con la puerta abierta, de par en par. Incluso disponía de la rampa para cargar o descargar. Nadie vigilaba. El conductor había ido a la cabina por un momento, según los detectives. El caminante lo entendió como una invitación.

Sucedió el 29 de septiembre, a plena luz del día, en medio de Manhattan. La grabación muestra el tráfico humano por la acera, la indiferenc­ia de la gente más allá de sí misma. Salvo un atento paseante, un buen observador. Un listo, en definitiva.

Otros le han llamado el ladrón más afortunado. ¿O no? ¿Disponía de informació­n privilegia­da?, ¿conocía al conductor? El que el individuo hubiera pasado un par de veces por el lugar parece jugar en contra de la teoría del

inside job, del trabajo realizado desde dentro.

“Pienso que simplement­e vio la oportunida­d, cogió el cubo y echó a andar”, resumió el detective Martin Pastor en declaracio­nes a la cadena NBC.

El caso es que ese personaje todavía sin nombre, de una edad en torno a los 50 años y de aspecto aseado, caminaba por la calle cuando algo le llamó la atención. Se para y da marcha atrás en su ruta. Visto el reto, se acerca al camión, agarra el recipiente, no sin que se perciba el esfuerzo físico en su gesto, y emprende la huida. En las imágenes se le ve pasar por delante del costado del vehículo, donde dos hombres conversan de forma animada. Ni se fijan en él.

Camina tranquilo. Lo tranquilo que se puede llevando entre brazos semejante carga. Sabiendo que eso no es suyo. Efecto y reacción. Como pesa, el desconocid­o avanza con calma y en ocasiones se detiene a tomar aire. Precisamen­te por ese peso, continúa caminando. Si no sabía lo que había dentro, algo sospechó. Su paseo arrancó al oeste de la calle 48, entre la Quinta y la Sexta avenidas. Su rastro se pierde a la altura de la Tercera avenida, casi un kilómetro más allá.

Esto sucede en una de la ciudades con más cámaras de vigilancia por metro cuadrado. El atrevido ladrón se merece un lugar junto al individuo que en el 2011 entró en una galería de Nueva York, descolgó un cuadro de Dalí y desapareci­ó. Lo devolvió por correo desde Italia.

Tras arrancar con Aute, un broche musical. Parafrasea­ndo al “carro” de Manolo Escobar, bandera internacio­nal de la España cañí y pícara, aquí todavía se preguntan “¿dónde estará el oro?”. El detective Pastor apuntó que el desconocid­o podría hallarse en Florida. Las láminas siguen sin aparecer.

Las cámaras de vigilancia grabaron el robo, pero el rastro del ladrón y del oro se perdió

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Pasaba por allí. El ladrón observa el camión abierto de par en par y se lleva tranquilam­ente un cubo lleno de láminas de oro. ¿Lo sabía?
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BBC
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