El PP advierte de un recorte de casi el 30% en las terrazas de la plaza Reial
La complicada regulación de las terrazas de Barcelona amenaza con una nueva tormenta. El grupo municipal popular, por mediación de su concejal Javier Mulleras, anunció ayer que el gobierno que preside Ada Colau prevé recortar hasta en un 27% el número de terrazas de la plaza Reial, que si se cumplen los planes publicitados durante una reunión del proceso participativo previo a la aprobación inicial de la ordenanza singular de terrazas para esta plaza, pasaría de las 450 mesas actuales a 329.
Mulleras ha reclamado que esta ordenación singular no suponga una reducción del número de mesas ni de los horarios de las terrazas. Según el concejal del PP, el gobierno municipal hizo la propuesta de disminución de forma verbal, sin presentar documentación alguna e ignorando la opinión de la mayoría de los vecinos que, según el edil popular, apoyan la presencia de las terrazas en las condiciones actuales.
Mulleras ha señalado que las terrazas de los 17 restaurantes de la plaza Reial nunca han generado conflictos y que en este espacio singular de Ciutat Vella conviven desde hace mucho tiempo la restauración, los vecinos y actividades como la feria de filatelia y numismática de los domingos.
La de la plaza Reial es una de las ordenaciones singulares pendientes más complicadas que ha de tramitar el Ayuntamiento. El gobierno municipal también tiene que replantear en los próximos meses la disposición de las mesas y las sillas de lugares tan significativos como la Rambla, el paseo de Gràcia y la avenida del Paral·lel. La ordenación singular es un mecanismo previsto en la polémica ordenanza de terrazas a fin de proporcionar un tratamiento diferente a espacios urbanos que la administración considere como especiales. Hasta ahora este recurso, en la mayor parte de los lugares donde se aplicó, no está satisfaciendo ni a unos ni a otros, ni a los que defiende las terrazas ni a quienes abogan por su reducción.
Un ejemplo de ello es la tramitación de la ordenación de la Rambla del Poblenou, que se aprobó de manera definitiva la semana pasada. Este proceso se culminó después de que muchos restauradores del lugar llevaran a cabo diversas protestas y recogidas de firmas contra el recorte inicial propuesto por el equipo de la alcaldesa Ada Colau, que tildaron de excesivo porque, decían, suponía el desmantelamiento de buena parte de los veladores de algunos establecimientos de toda la vida.