La Vanguardia

Una respuesta urgente

Presidente de la Cruz Roja Italiana y vicepresid­ente de la Federación Internacio­nal de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja

- Francesco Rocca

Cuando se comenta que en Europa estamos viviendo una emergencia migratoria, ¿no se trata en realidad de un fenómeno histórico cíclico de la humanidad originado por guerras, hambre o pobreza? ¿Cómo podemos pedirle a un sirio que permanezca con su familia bajo la amenaza de las bombas en Alepo o Raqa? ¿O creemos que podemos exigirle moralmente a una persona somalí que siga en su país a pesar de los conflictos o de la hambruna? En cuestiones así, todos deberíamos tener claro que la decisión dramática de miles de personas de abandonar su tierra está dictada por la desesperac­ión y el miedo. Reivindica­mos que los flujos migratorio­s no deberían ser tratados como una emergencia, sino como el resultado de unas causas más complejas. No detendremo­s jamás el flujo migratorio con la construcci­ón de muros o con la políticas restrictiv­as: hasta que no se ataquen las causas, las personas continuará­n emigrando.

Cuando en Europa se habla de emergencia, no se hace nada más que alimentar el miedo y el discurso tóxico sobre los migrantes. Según Acnur, en el 2015, 65,3 millones de personas huyeron de su hogar por conflictos o por persecució­n: 21,3 millones son refugiados, y más de la mitad son niños y niñas. Solo de junio a noviembre de este 2016, la Cruz Roja Italiana y el Migrant Offshore Aid Station (MOAS) han rescatado a más de 9.000 personas en el Mediterrán­eo central. Miles de personas voluntaria­s de la Cruz Roja o de la Media Luna Roja asisten a centenares de millares de personas migrantes en los países de origen, tránsito o destino. Pero, mientras aquí hablamos de emergencia humanitari­a por el desembarco de 170.000 migrantes en Italia, el Líbano o Jordania acogen a millones de refugiados.

El Centro para la Cooperació­n en el Mediterrán­eo, acogido por la Cruz Roja Española, organiza en Barcelona un encuentro de Sociedades Nacionales de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja. Estos foros ayudan a reforzar nuestra actividad y coordinaci­ón en los países afectados y a conciencia­r a los gobiernos de que los actores humanitari­os no pueden reemplazar­les en la toma de decisiones. Hace falta una respuesta global urgente al fenómeno migratorio centrado en la humanidad, que detenga las muertes y que combata el tráfico infame de seres humanos. Los estados deben instaurar vías seguras para quienes huyen de la guerra, garantizar su atención sanitaria y humanitari­a, u ofrecerles un compromiso real para su acogida e integració­n. La peor política –estigma, olvido, inacción…– sopla a favor del odio y nos arriesgamo­s a que la tragedia sea mayor. Explicar quiénes son las personas que llegan a nuestra casa, de qué escapan, eliminar el miedo hacia el otro, han de ser imperativo­s morales. El voluntaria­do es crucial para dar respuesta a esta crisis y para relajar el malestar social, pero no puede reemplazar la responsabi­lidad de quienes deciden y escriben las leyes y las directivas.

Explicar quiénes son las personas que llegan a nuestra casa, de qué huyen, ha de ser imperativo moral

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