Heráldica y corona
Los blasones heráldicos eran los escudos de armas que antiguamente se utilizaban como código de identificación del linaje, la ciudad o la persona y, más adelante, también de los gremios y las asociaciones. Estos emblemas describían dentro de un espacio limitado (denominado campo) el objeto de dedicación u origen y los colores que lo identificaban. El escudo del FC Barcelona tiene un planteamiento claro sobre estas bases históricas de la heráldica, y el del Real Madrid, no. Creo que es un rasgo diferencial de identidad primordial de un equipo respecto del otro. En el escudo del Barça, como escudo próximo a la heráldica, encontramos todos los símbolos que determinan el origen, como la ciudad de Barcelona con la cruz de Sant Jordi; el país, con las cuatro barras rojas sobre fondo amarillo de la bandera catalana; una pelota, que representa la acción, y los colores azul y grana que identifican al club. Si hacemos el mismo análisis del Real Madrid, su escudo no nos aporta ninguna referencia de pertenencia, ni siquiera a qué se dedica o la acción. La única referencia heráldica del escudo reside en la corona monárquica, dejando claro que solamente podemos deducir del Real Madrid que es un club monárquico (aunque, para ser justos, habría que decir que, según el contexto político del país, la corona se colocaba y se quitaba como si de un sombrero se tratara).
Eso me recuerda una anécdota de hace unos años, en un viaje a la reciente enviudada Cuba. Éramos dos parejas de catalanes que nos alojamos una noche en una casa de Viñales, una zona rural del oeste de La Habana. Al llegar, nos pasamos un buen rato hablando con el anfitrión del calor, Fidel, el ron y uno de los temas de conversación más deseados de los cubanos: el Barça. Al día siguiente por la mañana nos sentamos en la mesa con hambre para desayunar y nos la encontramos puesta con una magnífica cubertería del Real Madrid. Nunca sabremos si era la mejor cubertería que tenían o nos querían hacer la pascua, porque al pobre señor no le debería hacer ninguna gracia que Cuba estuviera repleta del vistoso código cromático blaugrana en camisetas, banderas y puestos de mercado.
Y es que los escudos son el sello de identidad de los dos clubs de fútbol; pero los lenguajes cromáticos, además, ayudan a extender visualmente la identificación del club como una mancha de aceite. Por ejemplo: si vemos un coche pintado de amarillo y negro entenderemos que es un taxi de Barcelona; si los colores son azul y grana, percibiremos que es un coche del Barça o que el conductor es un culé empedernido. Si, en cambio, el coche es blanco, realmente nadie pensará que es del Madrid, ni siquiera que el conductor es madrileño. Mientras el Barça tiene un color corporativo completamente claro y contundente que le sirve para crear un código propio en todos los diversos medios de comunicación, incluso sin el escudo; el Real Madrid, al no tener un color corporativo único (el blanco no puede serlo nunca), tiene muchos problemas para identificarse sin el uso del escudo. Los lavabos de un bar de color blanco pasan inadvertidos. Mientras que unos lavabos blaugrana se relacionan automáticamente con el Barça y hay quien descargaría la tensión con más placer, y otros se negarían a pisarlos.
Además, los escudos, como los símbolos, hablan por sí mismos y reflejan la realidad de las marcas que abanderan. La forma del escudo del Barça recuerda los antiguos escudos de armas de ciudades y ejércitos que defendían su territorio. ¿Podríamos relacionarlo con las habituales batallas del club en los juzgados y en los despachos de la UEFA y la LFP? ¿Su guerra contra federaciones, arbitrajes e incluso la dictadura? ¿Con las agotadoras luchas internas por el poder de todos los ismos?
Por el contrario, la esfera perfecta del escudo del Real Madrid nos lleva a un círculo de confianza, estatus y poder concentrado, desde donde todo se controla y donde todo se cuece, incluso las decisiones más importantes del país. Por todo el mundo es sabido que el palco del Bernabeu es donde se cierran más negocios de España.
Quizás el señor de Viñales también buscaba este estatus con el escudo del Madrid de su cubertería reluciente para las ocasiones especiales. Yo, en cambio, prefiero la cubertería de batalla de cada día, que no tiene ningún aire de superioridad pero me recuerda quién soy y de dónde vengo. Ah, y un cuchillo que corte bien, por favor.
El escudo del Barça tiene un planteamiento claro sobre bases históricas; el del Madrid no aporta ninguna referencia más allá del carácter monárquico El Barça tiene un color corporativo claro que le sirve para crear un código propio, incluso sin el escudo; el Madrid no lo tiene, el blanco nunca puede serlo