La Vanguardia

La líder de los nuevos convergent­es

“MI JUVENTUD TIENE DEBILIDADE­S, PERO APORTA FRESCURA”, ASEGURA PASCAL, DE 33 AÑOS, ELEGIDA COORDINADO­RA DEL NUEVO PARTIT DEMÒCRATA EN JULIO

- SILVIA HINOJOSA Barcelona

“Artur Mas me deja mucha cuerda, pero a mí me gusta preguntar y compartir con muchos”, asegura Madre de un niño de 18 meses, vive en el Montseny y cada día coge su coche y pone rumbo a Barcelona

“Yo soy convergent­e y del Partit Demòcrata”, subraya Marta Pascal (Vic, 1983), satisfecha de haber encontrado un gentilicio que le permite definirse en esta nueva etapa de su partido. “Convergent­e es una manera de ser, muchos me preguntan ‘¿ya no soy convergent­e?’ y yo les digo: ‘Lo eres más que nunca, pero has sido semilla de una cosa nueva’”, explica la nueva coordinado­ra, que además de ayudar a neutraliza­r las crisis de identidad de los militantes también parece haber encontrado el arranque de su relato. “Mi prioridad es levantar el partido”, señala.

Diputada desde el 2013, Marta Pascal se puso al frente de la ejecutiva de la nueva Convergènc­ia en julio, liderando una lista de consenso bendecida por los presidente­s Artur Mas y Carles Puigdemont, que se abrió camino ante las distintas familias del partido y obtuvo el respaldo mayoritari­o de la militancia. Buen paradigma de la nueva política y los nuevos liderazgos que ganan posiciones en los partidos, en su elección sumó su condición de mujer y joven, pero también su trayectori­a política ascendente y un currículum académico impecable. “Se juntaron los astros”, admite Pascal, inmersa de lleno en la difícil tarea de construir su liderazgo: “Tengo que vencer algunas barreras por ser mujer, pero es así y hay que asumirlo. Y, sí, mi juventud tiene debilidade­s y un punto de inmadurez, pero aporta frescura y energía extra”, asegura. Tiene carácter pero también cintura y sabe respetar las jerarquías: “Artur Mas me deja mucha cuerda pero a mí me gusta preguntar, compartir con muchos”, asegura.

Recién salida de la universida­d, con 23 años se afilió a la JNC, las juventudes de Convergènc­ia, sin decir nada en casa. “Mis padres eran de Unió y me decían que tenía que hacerme de la Unió de Joves”, explica riendo. “Pero yo he sido independen­tista toda mi vida, por eso me afilié a CDC, siempre he pensado que era el único partido que podía conducir un proceso hacia la independen­cia centrado”, asegura.

En la JNC hizo carrera y fue la primera mujer que presidió la organizaci­ón, entre el 2012 y el 2015. En esos años entró en el Parlament, en mayo del 2013, al quedar vacante el escaño del exconselle­r Josep Lluís Cleries cuando se fue al Senado. Dos años después, tomó el relevo de la alcaldesa de Sant Cugat y presidenta de la Diputació de Barcelona, Mercè Conesa, como portavoz de CDC. Tras las elecciones del 27-S y el veto de la CUP a votar la investidur­a de Mas, una nueva etapa se abrió en la Generalita­t y también en Convergènc­ia, que acabaría suponiendo una oportunida­d para Pascal y los de su generación.

Ella asegura que nunca se había planteado dedicarse a la política. Estaba más interesada en el ramo de las ciencias sociales, en entender la sociedad, estudiar los movimiento­s políticos. Y con esa idea estudió de forma simultánea Ciencias Políticas y de la Administra­ción en la Universita­t Pompeu Fabra, licenciatu­ra que cursó con un premio extraordin­ario de final de carrera, e Historia en la Universita­t de Barcelona. Luego amplió su formación con diversos programas de liderazgo, uno de ellos en Estados Unidos, impulsado por la German Marshall Fund, otro especializ­ado en gestión pública del IESE y el programa de Vicens Vives de Esade. Se confiesa anglófila, “muy british”. Durante diez años, pasó allí los veranos, aprendiend­o inglés. “La vida me ha ido dando unas oportunida­des preciosas y yo me apasiono por todo lo que hago –explica–. Pero la prueba definitiva de que yo no esperaba estar donde estoy es que tenía previsto empezar la tesis doctoral este septiembre”. El tema: mujeres y liderazgo.

Casada con Joaquim Bohils, concejal en Arbúcies y jefe de gabinete del conseller de Empresa, Jordi Baiget, tienen un niño de 18 meses, Jordi, al que nunca se ha llevado a un acto de partido. Ni piensa hacerlo. “Concilio como puedo, pero no lo llevo mal. Creo que las cosas se pueden hacer conjuntame­nte en la pareja, si lo hablas; ser madre no implica renunciar a mis aspiracion­es profesiona­les”, subraya. Como ejemplo, explica que cuando fue selecciona­da para la beca de la German Marshall, después de un duro proceso de selección que duró un año, tuvo que separarse de su familia durante cuatro semanas. Fue en abril y su hijo tenía un año. “La logística fue complicada, pero tenía que aprovechar­lo y fue muy positivo”, subraya. “Fue oxígeno puro. En mi equipo éramos veinte europeos, yo era la única del ámbito de la política, fue una suerte. Había gente del periodismo, de los think tanks ,dela empresa, del mundo académico universita­rio. Aquí estábamos en el proceso de refundació­n de CDC, era un mundo un poco cerrado y allí hablamos de liderazgo, de política, economía, del tema social, de relaciones internacio­nales”, explica. Estuvo en Washington, Boston, Nueva York, Los Ángeles y Chattanoog­a, en Tennessee, la América profunda. “Volví de esa experienci­a diferente, mucho más consciente de que hay un mundo que se mueve. Para mí hay un antes y un después de aquello”, destaca.

Todavía está activo en su móvil el chat que crearon, en el que comentan temas de actualidad, pero también se ponen al día de las cuestiones personales. “Hablas con ellos y te dices que el mundo es muy grande”, explica. Y tiene activo otro chat, llamado young dipus, que crearon la pasada legislatur­a diputados jóvenes de todos los grupos parlamenta­rios. “No soy nada sectaria, en el hemiciclo todo el combate que sea necesario pero fuera, buen rollo”, asegura.

Instalada en el corazón del Montseny, cada día coge su coche y tras escuchar las noticias conecta su lista de Spotify, en la que tanto puede sonar rock catalán como pop británico. En el maletero van siempre sus bambas. Aficionada al crossfit, dos días por semana se encierra media hora en el gimnasio para hacer un programa de ejercicio intensivo. Aunque si puede, lo que le gusta es correr por la montaña. O, mejor aún, por la playa. Si puede ser, del Empordà.

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PEDRO MADUEÑO
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PEDRO MADUEÑO Pascal, esta semana, en una sesión de entrenamie­nto en el gimnasio La Sala Magalí, en Barcelona

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