Yahya Jammeh
Un guarda de seguridad que trabajó en Londres aglutinó a casi toda la oposición
PRESIDENTE DE GAMBIA
Tras 22 años gobernando Gambia con mano de hierro, el presidente Yahya Jammeh (51) ha sido derrotado en las urnas por el ex guarda de seguridad Adama Barrow. El dictador ha prometido “magnanimidad” para acatar el resultado.
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Aisha Dabo no se lo podía creer. Su voz emocionada, casi escéptica, llegaba entrecortada ayer desde Banjul, capital de Gambia. “¡Lo hemos echado! Tenía la esperanza, pero pensaba que era imposible. Me siento orgullosa, aliviada y feliz. Por fin los gambianos podremos reconciliarnos y reconstruir el país. Podremos mirar al futuro sin olvidar el pasado, lo que ha ocurrido aquí no debe volver a pasar”, decía convencida.
La sorpresa de Dabo, veterana periodista gambiana y una de las coordinadoras de Africtivistes, una red de blogueros y ciberactivistas africanos por la democracia, resumía ayer el sentir de muchos conciudadanos, que aún estaban en estado de shock. El dictador Yahya Jammeh, en el poder tras dar un golpe de Estado en 1994, fue derrotado en las urnas por Adama Barrow, un antiguo guarda de seguridad en unos almacenes de Londres, que por primera vez lideraba una coalición de casi todos los grupos de la oposición.
Aunque se trataba de las elecciones más reñidas de la historia del país, nadie esperaba una derrota tan clara de Jammeh, quien aspiraba a su quinta reelección. La comisión electoral confirmó ayer que el dictador gambiano había aceptado su derrota frente a Barrow, quien logró el 45,5% de los votos frente a los 36,7% de Jammeh. Había un tercer candidato sin opción ninguna.
El presidente de la comisión electoral, Alieu Momarr Njai, aseguró que la transición de poderes será plácida. “El presidente es suficientemente magnánimo como para aceptar que ha perdido las elecciones y llamará al nuevo presidente para felicitarle y para rezar por la paz y la tranquilidad”. Si se confirma el paso a un lado de Jammeh, será la primera vez que Gambia experimenta un cambio pacífico de presidente desde su independencia en 1965.
Tras el anuncio de los resultados oficiales –Barrow ganó por más de 50.000 votos de un total de 260.000– miles de gambianos salieron a las calles de la capital para celebrar la caída del déspota, que ha liderado con mano de hierro el país los últimos 22 años.
La caída por la vía democrática de uno de los autócratas más duros de África, que perseguía a los homosexuales, se jactaba de poder curar el sida con una pócima de hierbas y asesinaba a opositores, es una sorpresa en las urnas tan inesperada como el sí al Brexit del Reino Unido o la victoria de Donald Trump en EE.UU.
El cambio en el rumbo del país es más que probable y se abre la oportunidad de cerrar heridas. “En mi familia –explicó la editora Aisha Dabo– hay cristianos, musulmanes y varias etnias. Nunca volveremos a dejar que desde el poder nos dividan”.
Muchos gambianos exiliados o que han huido del país por la pobreza –Gambia es el quinto país del que más población emigró, a Europa en el 2015– mostraban ayer su emoción ante los nuevos aires del pequeño país africano, de menos de dos millones de habitantes. Mbye Njie, exiliado en Atlanta, expresó ayer en su cuenta de Twitter el sentir de miles de gambianos lejos de su hogar: “No puedo creer que pueda volver a casa por fin. Voy a ver a mi familia. No puedo parar de llorar”.
El presidente de la comisión electoral aseguró que la transición será pacífica por primera vez