Boris Bidjan Saberi
El diseñador Boris Bidjan Saberi crea en una antigua fábrica textil del Poblenou colecciones que presenta cada temporada en la pasarela de París
DISEÑADOR
El diseñador germanoiraní Boris Bidjan Saberi crea en una antigua fábrica textil del Poblenou colecciones de moda masculina que presenta cada temporada en la pasarela de París. En todo el proceso de producción trabajan 200 personas.
Una fábrica textil del pasado siglo del Poblenou ha cobrado nueva vida gracias al diseñador germanoiraní Boris Bidjan Saberi y a su equipo de 30 personas. Bidjan, presente desde el 2008 en la Paris Fashion Week con prendas futuristas gestadas en Catalunya, ocupa amplios talleres en un recinto del corazón del Manchester catalán. Así se denominaba este rincón barcelonés que hace más de cien años albergó la mayor concentración de factorías algodoneras de España y que ahora se revaloriza con iniciativas como la de Saberi, llegado a Barcelona en el 2003 para estudiar diseño de moda.
Patronistas, modistas, logistas... ultiman los detalles de la próxima colección en los espacios donde antaño los telares no daban abasto. Aunque la producción de ropa ha cambiado drásticamente, el sistema de trabajo de Saberi, de 38 años, es ultraartesanal y local. Una suerte de fusión entre arquitectura, arte y costura a fuego lento. “Para mí es importantísimo que el producto final esté perfecto. Por eso cada temporada me pruebo todas las piezas de mi talla, de colecciones con 400 modelos, para ajustarlas al cuerpo. Si la prenda no respira como yo quiero, la vuelvo a moldear”, explica poniéndose una cazadora vaquera con mangas de piel que se ajusta al milímetro a su anatomía. Todo el proceso puede prolongarse hasta cuatro meses. Las pieles de caballo, oveja, cabra, yak o canguro se someten a un curtido vegetal en Igualada y en Italia. El tintado se realiza en Barcelona y la confección en manufacturas próximas a la ciudad que emplean a unas 200 personas. El toque final se da en el Poblenou, donde Saberi y sus colaboradores las adaptan a sus esqueletos.
Algunas de las prendas exhibidas en el Poblenou las lucen estrellas del rock, actores e incluso algún personaje vinculado a la política. Cuenta Saberi que siente una inmensa satisfacción cuando ve a alguien luciendo sus creaciones y que tiene que vencer la tentación para no abordarlo en la calle y someterlo a un interrogatorio en primer grado. “Quiero saberlo todo de esa persona: qué come, qué le gusta... Para mí Steve Jobs es un genio, por eso me hizo inmensamente feliz ver en una presentación tan importante como la del iPhone 6 y del Apple Watch a un miembro de U2 (el bajista Adam Clayton), que cantaron en el acto, con la J2, una de mis chaquetas icónicas”, refiere en una de sus salas mientras acaricia a su perra Lili.
Saberi nació en Munich y creció en Traunstein (Baviera), muy cerca de los Alpes de Chiemgau. Allí cultivó su afición al senderismo, a la escalada, al monopatinaje y al hiphop, profundas influencias en sus diseños. “Ya tenía claro a los 15 años que quería hacer ropa; de hecho, a los 14 ya costumizaba todo lo que me ponía, lo adaptaba a mis necesidades para el día a día. Como practicaba skateboarding, vestía pantalones bajos y necesitaba camisetas muy largas, pero al no encontrarlas compraba de la talla XXL y las ajustaba a mi tamaño. El punto de partida siempre es mi cuerpo y luego realizo los dibujos”, detalla.
Hijo de un ingeniero textil de origen iraní y de una diseñadora alemana, en casa respiraba moda a todas horas. “En el 2003 vine a Barcelona a estudiar, me gusta la mentalidad de aquí, muy directa. Me hablaban mucho de esta ciudad, conocía el Sónar y me fascinó esa mezcla de música, arte, mar... He priorizado instalarme donde me siento bien antes que donde sería mejor para mi carrera profesional, que sería, por ejemplo, Milán”. Al acabar sus estudios ya montó su primer taller en Catalunya, también en una antigua fábrica textil, en Monistrol de Montserrat. La marca BBS fue creciendo y se trasladó a las actuales dependencias del Poblenou, a la vez que tejía alianzas con una red de proveedores, curtidores, costureras, tintoreros... locales.
Experimenta con materiales innovadores como hierro, vinilo, resinas, ceras y aceites para los acabados, sin restar protagonismo al algodón, el cachemir o la piel. En sus prendas con aires futuristas busca mostrar cómo es la sociedad, un planteamiento artístico que denuncia la cultura del usar y tirar. La próxima colección está dedicada al pensamiento posthumanista: “Es una metáfora del mundo actual. ¿Qué pasaría si mañana desapareciera la tecnología, si nadie tuviera ordenador? Tendríamos que volver a lo primitivo, al papel y al lápiz”. Quizás ahora lo más revolucionario y vanguardista sea regresar al pasado, a las formas artesanales que este creador de moda masculina defiende.
“Me pruebo todas las prendas, si no respiran como quiero las vuelvo a moldear en mi cuerpo” Saberi ha tejido alianzas con curtidores, tintoreros, costureras... locales