Milton Claros
MINISTRO BOLIVIANO
El ministro boliviano de Obras Públicas, Milton Claros (38), ha ordenado la dimisión de las autoridades aeronáuticas del país ante las sospechas de irregularidades que rodean el accidente aéreo del club de fútbol brasileño Chapecoense.
Quedarse sin combustible en tierra es un contratiempo. Quien haya hecho un mal cálculo deberá caminar a la gasolinera más próxima, pero una vez solucionado, todo quedará en anécdota. En aviación, el cálculo de combustible es un tema sagrado. De incumplirse puede acabar siendo una desgracia como la sucedida en el vuelo Lamia 933 a Medellín el pasado lunes, pues a falta de confirmación oficial tras la investigación, todo apunta a que el accidente se produjo tras agotarse todo el Jet A1 (carburante) que el avión, un Avro RJ85, llevaba en sus depósitos. Eso habría hecho inevitable la caída del cuatrirreactor –gemelo del avión VIP que transporta a la reina Isabel II–, a pocas millas del aeropuerto de destino. La aerolínea Lamia no era una
low cost, sino una compañía con una infraestructura mínima que operaba con una única aeronave en régimen chárter, centrándose en el negocio de los vuelos a la carta con horarios flexibles. Todo lo contrario a las aerolíneas regulares, que operan con horarios estrictos y una programación diaria de vuelos.
El 26 de julio del 2012, la low cost Ryanair sufrió tres emergencias por escasez de combustible tras encontrar el aeropuerto de Barajas cerrado y tener que desviarse a Valencia. No trascendieron, del mismo modo que las de un avión de la chilena LAN y otro de la británica EasyJet que también se desviaron de Barajas a Manises. Las autoridades aeronáuticas española e irlandesa emitieron
El carburante debe bastar para llegar a un aeropuerto alternativo y volar 30 minutos más, y se le añade un 5% extra
un informe en el que se indicó que se había procedido correctamente y que los aviones llegaron a Valencia con una cantidad de combustible más que suficiente para las circunstancias meteorológicas excepcionales de ese día.
La normativa internacional y los manuales de operaciones de las aerolíneas son muy estrictos con el combustible: los aviones deben disponer del suficiente para la ruta asignada y se le añade el necesario para alcanzar un aeropuerto alternativo, en caso de que el de destino esté cerrado y, además, poder volar 30 minutos más por si se tuvieran que realizar esperas a 1.500 pies. A lo anterior se le añade un 5% más para cubrir cualquier eventualidad no prevista. De este modo, la falta de combustible se convierte en una posibilidad muy remota como motivo de emergencia o accidente.