La oxidación es bella
En el mismo barrio del cuartel general de Saberi funciona desde hace un año el rocódromo de uno de los mejores escaladores del mundo, el californiano Chris Sharma. Alguna otra de estas naves se prepara para albergar innovadores proyectos que pasan desapercibidos para el viandante. Pocos saben que Barcelona es la ciudad elegida por Saberi, uno de los diseñadores de referencia de su generación, para crear sus colecciones. Saberi quiere mantener el anonimato en esta ciudad y pide que no se publique la ubicación de sus instalaciones. Víctima del plagio de sus modelos por parte de firmas planetarias, mantiene una prudente discreción. Evita prodigarse en público y dar detalles de cómo confecciona prendas que encajan cual guantes con muy pocas costuras. Sin bocetos ni dibujos, moldea directamente sus ideas en el cuerpo, su banco de pruebas. “La filosofía de BBS es sentir la ropa como una segunda piel, como una protección que te da fuerza”, escribe Fabriano Fabbri, profesor de la Universidad de Bolonia, en un libro sobre Saberi, un innovador que echa mano con frecuencia de la estética y de materiales usados en la vestimenta militar. La cremallera irrompible que ha elegido para varios de sus modelos es la misma que utiliza un ejército europeo. Especializado en moda masculina, pero también con una colección más reducida para mujer, no deja nada al azar. En una cazadora de piel asoman en la parte posterior dos diminutas manchas: “Es bellísimo, es el rastro que deja la oxidación de estos dos pequeños agarres de hierro”, dice con emoción. A su primera marca se suma una segunda línea, 11 by BBS. El once –de septiembre– , su día de nacimiento y su número fetiche.