La Vanguardia

LLIURE 40 años en escena

‘Les noces de Fígaro’ celebran las cuatro décadas de un teatro que ha hecho época

- JUSTO BARRANCO Barcelona

Viva el Teatre Lliure!”. Con un grito de futuro concluyó anoche el emocionado parlamento de Lluís Pasqual para celebrar los 40 años del teatro que dirige. Un pequeño discurso que recordaba que los cabalistas dicen que el número 40 es un punto de llegada y sobre todo una nueva partida. Pero que, en cualquier caso, mostraba el largo camino recorrido por la institució­n desde que el 2 de diciembre del año 1976 el Lliure abriera en Gràcia, en el edificio de la antigua cooperativ­a obrera La Lleialtat –donde gente como Juan Marsé iba a bailar los domingos por la tarde en su juventud–, con la obra

Camí de nit, 1854, escrita y dirigida por el propio Pasqual. Anoche, justo cuatro décadas más tarde, el discurso de celebració­n no se hacía en la sede de Gràcia del Lliure sino en la gran sede de Montjuïc, abierta en el antiguo Palau de l’Agricultur­a en el año 2001 tras muchas luchas y mucho tesón y, sobre todo, tras haber mostrado al país una nueva manera de hacer teatro que entroncaba con las corrientes europeas en boga, además de una vocación total de teatro público.

Una nueva manera que comenzó como una cooperativ­a teatral de directores, actores y técnicos liderada de forma indiscutib­le por Fabià Puigserver –que murió a causa del sida en 1991– junto a Lluís Pasqual, Carlota Soldevila y Pere Planella. Una cooperativ­a comprometi­da con hacer “un teatro de arte para todo el mundo” y que supuso un cambio radical en la escena del país, tan radical como los continuos cambios de disposició­n de los actores y el público en la sala de Gràcia. Un teatro artesano, con pocos medios pero riguroso, de calidad, que apostó por el gran repertorio global y en catalán.

La celebració­n fue completa. Primero, la presentaci­ón de la exposición conmemorat­iva del 40 aniversari­o, una impactante muestra audiovisua­l que recorre las grandes imágenes de 40 años. Luego, el estreno de la reposición de un montaje mítico del Lliure, Les noces de Fígaro de Beaumarcha­is, del 1989, que en su momento dirigió Puigserver. Anoche el protagonis­ta de aquella versión, Lluís Homar, fue el encargado de dirigirla. Y su rebelde Fígaro fue el joven Marcel Borràs. El montaje fue luminoso, divertido, ágil, y junto a Borràs una descarada y encantador­a Mar Ulldemolin­s, Pau Vinyals, Joan Carreras y Mònica López estuvieron fantástico­s. Y, por supuesto, tras el aplaudido y luminoso montaje, que ayer volvió a emocionar –aunque hubo un susto en el primer acto por el desmayo de un espectador que obligó a parar la función–, tocó hablar. Y tocó fiesta. A la función acudieron numerosos representa­ntes del mundo de la cultura –desde el flamante director del Grec, Francesc Casadesús, al director del TNC, Xavier Albertí, Joan Ollé, Julio Manrique, Emma Vilarasau, Jordi Bosch, Imma Colomer, Joan Font, Hermann Bonnín, Daniel Marínez, de Focus, Cristina Scheppelma­nn, del Liceu, Carme Portaceli o Frederic Amat– y por supuesto políticos, desde el conseller Santi Vila al responsabl­e de Cultura de la Diputació, Juanjo Puigcorbé, a Gerardo Pisarello, Ferrna Mascarell, Jordi Martí o la alcaldesa Ada Colau, que no estuvo en la función pero sí en la copa final. También estuvo presente Alex Rigola, director del Lliure desde el 2003 al 2011, quien no quiso perderse la celebració­n a pesar de que ayer estrenaba espectácul­o en el festival Temporada Alta de Girona, y apareció a última hora para tomar una copa con los demás asistentes.

En el discurso de celebració­n Pasqual recordó anoche que quería dar las gracias a todas las personas que “han ayudado a construir el Lliure que tenemos hoy”. “No querría nombrar a nadie porque tendría que mencionar a miles de personas, pero es de justicia artística recordar que estos dos teatros fueron imaginados, y en el caso de Gràcia casi construido con las propias manos, por el amadísimo Fabià

‘Les noces de Fígaro’ volvió a conquistar al público con su humor y luz, aunque un desmayo obligó a parar la función

Puigserver. También hay que recordar que el Lliure de Gràcia no habría sido posible sin la generosida­d de la Cooperativ­a La Lleialtat y del señor Enric Gubern y también que este teatro donde nos encontramo­s ahora nunca no se habría podido levantar sin la tozudez insobornab­le de Josep Montanyès. Y además de los teatros, nos han dejado, también para que lo pasemos, un espíritu. Lo que muchos espectador­es y compañeros de profesión denominan el espíritu del Lliure: quizás una manera artesana, familiar, próxima de dialogar con el ciu- dadano, con el espectador o quizá... no lo sé, los espíritus no se explican , es una cuestión de fe. Y yo creo”, resaltó. Y apuntó que todos “somos consciente­s de los gravísimos problemas que tiene la cultura de nuestro país y, los mayores todavía, que arrastra nuestra sociedad y el mundo entero. Como en el momento de soplar las velas se tiene que formular un deseo yo deseo que este número 40 nos sirva para estar más atentos que nunca a estas realidades, ser capaces de reflejarla­s y subirlas al escenario convertida­s en poesía. ¡Viva el Lliure!”.

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Una escena de la exposición audiovisua­l que ayer se presentó en el Lliure, con los protagonis­tas de Traició
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ÀLEX GARCIA

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