El espacio autobiográfico
Recuerdo que, a principios de los noventa, leí con mucho interés un estudio literario de la profesora Nora Catelli titulado El espacio autobiográfico (Lumen, 1991). Respondía plenamente al título, partiendo de una antigua división de las biografías del s. XVIII: las que narran la verdad de forma “neurótica, histérica u obsesiva” y las que traman la mentira “voluntariamente”. Profundizaba en el punto clave de la escritura narrativa, que a mi entender es el punto de vista, y analizaba diversas teorías críticas sobre la distancia que separa persona gramatical e identidad. Recogía, por ejemplo, esta opinión de Lejeune: “el autor no es una persona; es una persona que escribe y publica, y tal vez no es un verdadero autor hasta el segundo libro”. También establecía tres tipos de relaciones nominales entre autor y personaje: a) que coincida el nombre de ambos, b) que no coincida y c) que no se revele el nombre propio y ambos puedan quedar bajo el paraguas del pronombre de primera persona, yo. Con los años, me di cuenta de la gran influencia que aquella lectura tuvo en mi modo de vivir la literatura. Volví a pensar en ello cuando, cuatro años atrás, topé con la primera novela (y segundo libro) de Pablo Martín Sánchez: El anarquista
que se llamaba como yo (El Acantilado, 2012). PMS debutaba en el género de manera brillante recreando los episodios biográficos de un anarquista homónimo, que coincidía con el autor en el nombre y los dos apellidos. La novela es un prodigio de fuerza narrativa y se presenta en dos líneas contrapuntadas que muestran la investigación y los hechos, con la singularidad que en una el tiempo transcurre hacia atrás.
Conocía a Pablo Martín Sánchez (no al anarquista, al escritor) desde que fundó la revista Verbigràcia, en la UAB. Entonces firmaba Marta Polbín, anagrama de Pablo Martín, y aún hoy me resulta difícil esquivar el anagrama al hablar de él. Pablo es doblemente doctor, por las universidades de Lille-3 (lengua y literatura francesas) y Granada (literatura comparada), pasó por el Institut del Teatre y es miembro del Collège de Pataphysique y del Oulipo. Ahora publica su segunda novela (y tercer libro), Tuyo es el mañana (El Acantilado), que prosigue un peculiar proyecto autobiográfico que merecería ocupar un apéndice en el estudio de Nora Catelli. Si en su celebrada primera novela se lanzó a documentar narrativamente el episodio central de la vida del anarquista homónimo, sitúa esta segunda en el día que nació. Tuyo es el mañana empieza en la medianoche del 18 de marzo de 1977 y novela 24 horas en una Barcelona pretransitiva que acaba de estrenar postfranquismo y aún se debate en un mar de incertidumbres. Como ven, muy actual. Lo vivimos a partir de los movimientos de seis narradores que representan desde viejas momias del régimen a jóvenes estudiantes, pasando por un represaliado chileno y mi favorito, el galgo Solitario VI, que quiere escapar del Canódromo Meridiana. PMS afirma que cerrará su espacio autobiográfico situando una tercera novela en el lugar donde nació: circa Reus. Pronostico que pronto le leerán en París y en Londres.
Pablo Martín sigue con su idea autobiográfica de nombre, fecha y lugar de nacimiento