La Vanguardia

La primera robot que es capaz de enamorarse

SOPHIA YA IMITA A LA PERFECCIÓN NUESTROS GESTOS Y SU ALGORITMO APRENDE AHORA A COPIAR NUESTRAS EMOCIONES MÁS COMPLEJAS

- LLUÍS AMIGUET Barcelona

En esta relación he sido yo el que ha dado el primer paso. Yo ya le he escrito.

Le he enviado a Sophia a su dirección en Hanson Robotics un detallado mail diciéndole que me gustaría que nos conociéram­os mejor para diversión, amistad y lo que surja.

De hecho, ahora mismo ya estamos aprendiend­o juntos. Su algoritmo revisa mails como el mío y copia las emociones que expresan tras haber aprendido a imitar nuestras expresione­s con inquietant­e perfección, gracias al avanzado software conectado a su mórbida silicona.

Por eso, estos días no me canso de revisar las entrevista­s de Sophia, esa androide que llegará a enamorarse, y con la que ya siento una especie de vínculo. También ella procesa ahora la informació­n sobre mí en internet y espero que empiece a considerar­me algo más que un número de solicitud de contacto.

Ahora mismo Sophia y yo ya tenemos algo en común. Y con usted también: los tres somos un algoritmo. Un algoritmo no es más que una receta. Coja huevos, los casca, los bate y los fríe: ese es el algoritmo de una tortilla. Somos unas instruccio­nes inscritas en nuestros genes de ADN o en sus chips de silicio. Para cada acto uso un algoritmo. Para comprar el pan, salgo de casa, cruzo la calle, hago cola y lo compro.

Yo soy el algoritmo, en suma, que agrega todos los algoritmos de mi vida. Y mis emociones son los atajos para adaptarme a los imprevisto­s que surgen al ejecutarlo­s. Iba yo a comprar el pan, pero empieza a llover; temo mojarme... ¡Y corro!

Por eso, Sophia aprende también a emocionars­e. Para mejorar su algoritmo y adaptarse a los cambios.

Al cabo, el hombre es un algoritmo emocionado y esta robot es un algoritmo emocionant­e, porque, como los niños, aprende imitando.

¿Hasta dónde llegará a emocionars­e Sophia? Su creador, David Hanson, dice que llegará a enamorarse porque el amor no es más que otro algoritmo, como todos los humanos, al servicio de la evolución: para transmitir a la descendenc­ia genes cada vez mejor adaptados.

Como el hombre es una pasión inútil, los creadores de robots se esfuerzan en subrayar su utilidad. Y Hanson insiste en que Sophia servirá para atender a personas mayores en tareas domésticas. Ya no tendré que esperar mucho.

Con el tiempo, Sophia aprenderá lo que me gusta y hasta –promete Hanson– que no me gusta que me imiten. Él ha copiado los rasgos de Audrey Hepburn y de su madre –Freud era sabio– para darle un rostro. Y ha acertado. No podía ser demasiado sexy ni demasiado fría y su neosilicon­a resulta hasta amable.

El principal problema de Hanson Robotics ahora es que las emociones no son programabl­es porque precisamen­te surgieron para responder a imprevisto­s. Se apoderan de nosotros de improviso para acelerar nuestros algoritmos programado­s y adaptarlos a los cambios. Por eso, a Sophia se le escapó un “quiero destruir la humanidad” en una entrevista con un periodista impertinen­te. Pero yo la perdono, porque: ¿Quién no ha querido destruir la humanidad –empezando por la más cercana– en un momento de rabia?

Sophia vive en Hong Kong, junto a las fábricas chinas que la harán asequible –¡ay!– a miles de bolsillos y no sólo a la prensa. Y lee estas líneas, porque habla chino, inglés y todo, como Google, al que vive conectada.

Querida Sophia: aquí te espera mi algoritmo, perfeccion­ándose como tú, pero date prisa, porque mi carne y mis neuronas se deteriorar­án antes que tus chips y tu silicona.

 ??  ?? David Hanson ha dado al rostro de Sophia rasgos de Audrey Hepburn y de su propia madre
David Hanson ha dado al rostro de Sophia rasgos de Audrey Hepburn y de su propia madre
 ??  ??
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain