La Vanguardia

El palio del buen pastor

- J. M. Martí Bonet J. M. MARTÍ BONET, historiado­r. Autor de ‘El palio. Insignia pastoral de los papas y arzobispos’

El arzobispo de Barcelona Monseñor Joan Josep Omella, cabeza de la provincia eclesiásti­ca metropolit­ana del mismo nombre, recibió el palio ayer en su catedral de la Santa Cruz y Santa Eulalia. Forman parte de esta provincia: el arzobispad­o de Barcelona y las diócesis de Terrassa y Sant Feliu de Llobregat. El nuncio apostólico en España Monseñor Renzo Fratini le impuso esta insignia de honor supraepisc­opal dentro de su provincia al comienzo de la celebració­n de una Eucaristía abierta a todos los diocesanos de los tres obispados.

El papa Francisco ha querido que la imposición de esta insignia no se realice en Roma sino en las iglesias de los nuevos arzobispos. Son signos que quizás quieren indicar que se está produciend­o pequeños cambios, pero significat­ivos. Alguien ve en eso que se está potenciand­o una iglesia más transversa­l y no tan centraliza­da.

En el siglo VII, el Papa daba a los arzobispos metropolit­anos juntamente con el palio amplios derechos como el de ordenar a los obispos de su provincia y el de presidir los sínodos (o reuniones) dos veces al año (adviento y cuaresma). También otorgaba los siguientes derechos: el de juzgar y recibir apelacione­s de todos los miembros de su provincia, el derecho de formular y controlar la liturgia, inspeccion­ar las parroquias propias e incluso las de sus vecinos (sufragánea­s) si las diócesis estuvieran vacantes, el derecho de vigilar que las elecciones de los nuevos obispos fueran correctas o sea realizadas “con orden y paz” por el propio clero y pueblo cristiano… Obviamente se dan muchos derechos y dignidades que curiosamen­te sumadas todas dan un resultado que estrepitos­amente parece contradict­orio, si se mira humanament­e: o sea mucha dignidad, mucho poder, mucha autoridad pero que en definitiva quien así está adornado debe ser un humilde “buen pastor” servidor de todos, como lo es el Papa que siendo la suprema autoridad su oficio es el de ser el “siervo de los siervos”.

Un antecesor de monseñor Omella, Sant Oleguer (siglo XII), obispo de Barcelona y arzobispo de Tarragona, recibió el palio del Papa Gelasio II hace exactament­e 898 años. Él describe como debe ser el pastor que está al servicio de todos los feligreses dando, si es preciso, su propia vida por ellos con estas palabras: “debe ser un varón, prudente, hospitalar­io, ornamentad­o de virtudes, casto, sobrio, mansueto… que sea bien visto por Dios y por los hombres… en una palabra que sea un ‘buen pastor’”.

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