El espejismo de la Navidad
Luis Bisbe reflexiona sobre el ilusionismo que rodea estas fechas en la Nadala de la Miró
Cada año por Navidad se produce un fenómeno extraño, una de esas paradojas que de tan machaconamente familiares acaban por pasar desapercibidas: las luces se sacan a las calles y los árboles se meten en el interior de las casas, generando por unos días una ilusión de realidad edulcorada que es pura ficción, como un espejismo o truco de magia. Así que cuando a Luis Bisbe (Málaga, 1965), artista que gusta de desplazar las cosas de su sitio para desestabilizar nuestra percepción de la realidad, le encargaron desde la Fundació Miró que realizara una intervención sobre la Navidad, tuvo claro que esta vez el gesto más eficaz para lograr esa sensación de sorpresa o extrañamiento sería justamente el contrario: no tocar nada, dejar las cosas en su lugar. Las luces dentro y el árbol fuera.
La propuesta purailusióndura, título de la Nadala que puede visitarse hasta el 8 de enero, es un árbol de Navidad, un abeto que Luis Bisbe ha plantado en el Patio del Olivo pero cuya iluminación se proyecta desde la galería contigua, a través de una pared de vidrio, generando una suerte de imagen virtual, de reflejo o ilusión persistente. Sólo que a diferencia de la magia, aquí no sólo no se oculta el truco sino que este forma parte del alma misma de la instalación.
La pieza se sitúa en el museo pero para verla hay que dirigir la mirada hacia afuera, algo esencial en la obra de Bisbe, para quien “el arte ensimismado siempre me ha parecido aburrido, endogámico, elitista... Lo que me interesa del arte es la manera cómo afecta a nuestra mirada, cómo cuando contemplas una buena obra ya no vuelves a ver las cosas de la misma manera, ese que nos enseña a mirar el mundo y ha establecer nuevas relaciones que antes no conocíamos”.
La Nadala purailusióndura –el título no puede ser más descriptivo– alude a la superficialidad y el ilusionismo que rodean las fiestas navideñas, pero el artista considera que la interpretación de la obra, una vez expuesta, pertenece ya al observador, que él no se siente legitimado para imponer su propia interpretación, porque, argumenta, “no deja de ser absurdo intentar que una obra signifique sólo aquello que tu pretendes, las cosas están abiertas”.
La Nadala se ha convertido ya en un tradición en la Fundació Miró desde que en el 2007 invitó por primera vez a Perejaume a que plasmara su visión de la Navidad. Desde entonces ha acogido otras tantas propuestas de Ignasi Aballí, Tere Recarens, Antoni Llena, Fernando Prats, Jaume Pitarch, Eulàlia Valldosera, Fina Miralles y Rafel G. Bianchi y Regina Giménez.
En Navidad las luces salen a la calle y los árboles entran en casas. El artista ha dejado las cosas en su sitio