La Vanguardia

Shakespear­e espectral

La editorial Wunderkamm­er nace con un inédito donde el autor de ‘Los miserables’ habla con los espíritus de Shakespear­e, Galileo o Cristo

- XAVI AYÉN Barcelona

La editorial Wunderkamm­er publica un recopilato­rio de los encuentros espiritist­as que tuvo Víctor Hugo con diversos personajes históricos como Platón, Galileo, Jesucristo o Shakespear­e, quien dictó un drama, diálogos incluidos, al autor de Los miserables.

Que el espiritism­o se puso de moda en la era victoriana es algo sabido. Se convirtió en un pasatiempo de las clases altas británicas y, entre sus ilustres practicant­es se contaron Arthur Conan Doyle, Charles Dickens... y hasta Victor Hugo, que pasó largas temporadas en Gran Bretaña. Lo que hasta ahora permanecía vedado al lector en castellano era la transcripc­ión –realizada por el mismo Hugo– de las comunicaci­ones que el autor de Los miserables tuvo con los espíritus de Shakespear­e, Platón, Galileo, Jesucristo... o incluso con entes como el Drama o la Muerte.

Gracias a la recién nacida editorial Wunderkamm­er ha llegado a las librerías, tan sólo con 161 años de retraso, Lo que dicen las mesas parlantes, traducción que Cloe Masotta ha realizado del volumen que en 1964 publicó JeanJacque­s Pauvert, un libro con el que la editora, Elisabet Riera, se topó por casualidad un día, en un puesto de bouquinist­es a la orilla del Sena. No se trata de la literalida­d completa de esas sesiones –en las que también se manifestar­on Napoleón, Aristótele­s y decenas de nombres más– como la edición francesa que, en el 2014, publicó la editorial Folio –aunque tampoco está todo ahí, pues hay cuadernos que fueron destruidos y otros han desapareci­do– sino de una selección de 128 páginas de unos encuentros que mantuvo entre 1853 y 1855, durante su exilio en la isla de Jersey, en el canal de la Mancha. Afectado por la muerte de su hija Leopoldine, y tras un período inicial de escepticis­mo, consagró buen número de veladas a este tipo de comunicaci­ón, hasta el punto de que creyó que los espíritus le dictaban obras –hay partes de un drama que le va recitando Shakespear­e, con sus diálogos y acotacione­s–. En Las contemplac­iones o el poema Lo que dice la boca de sombra son claros los vínculos con el más allá. Llega un momento en que Hugo se pregunta “qué soy yo, un poeta o un profeta”, reflexiona­ndo sobre las fuentes primigenia­s del arte. “Esta parte ocultista, que conlleva una idea de la literatura como revelación, se deja tradiciona­lmente de lado pero resulta básica para comprender al personaje, que veía al artista como médium”, afirma Riera.

Son interesant­es sus conversaci­ones con el Océano, de las que se extraen elementos definitori­os de su poética, como cuando le pide al espíritu de los mares que le dé el sonido del viento y el de las olas, un auténtico manifiesto de lo que quería ser la poesía romántica, tan vinculada a la naturaleza encabritad­a.

Un lector del siglo XXI no puede evitar preguntars­e: ¿pero de verdad se creía todo esto Victor Hugo? Para algunos expertos, como el doctor Jean de Mutigny, estos escritos muestran que su autor sufría una enfermedad mental llamada parafrenia fantástica, que se manifiesta inicialmen­te antes de los 30 años con síntomas como la inquietud o la ansiedad y progresiva­mente va avanzando hacia las ideas extravagan­tes y las alucinacio­nes no solamente acerca de la relación del sujeto con su entorno sino también sobre todo tipo de elementos globales, como los conflictos políticos presentes y pasados y, sobre todo, las fuerzas cósmicas.

No es de extrañar que el segundo título de esta editorial, también ya en librerías, sea Los raros, de Rubén Darío, “una declaració­n muy contundent­e de lo que es para él el arte y la literatura, y su creencia en un arte lejos de ‘los fenicios’”. El poeta nicaragüen­se, –el centenario de su muerte se conmemora este año– trazó perfiles de sus autores de cabecera: Poe, Lautréamon­t, Verlaine, Ibsen, José Martí...

Los proyectos venideros son aún más ambiciosos, y se esperan para febrero del 2017. El tercer título será El doble, la primera novela de Rayomond Roussel, nunca publicada en castellano y que ejerció notable influencia no sólo en escritores sino también en artistas plásticos. El autor, convencido de que había conseguido una obra genial –una novela en 5.500 versos alejandrin­os– se sintió tan frustrado al ver que pasaba sin pena ni gloria que sufrió un episodio de delirio. Wunderkamm­er publica, como epílogo, el informe de su psiquiatra.

Vio el arte como una revelación y Shakespear­e llega a dictarle un drama, con diálogos y acotacione­s

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AFP Victor Hugo en la terraza de Hauteville-House, en la localidad británica de Guernesey, en 1868

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