La Vanguardia

La lotería de Guatemala

- Màrius Serra

Los spots publicitar­ios son un género contradict­orio. A diferencia de otras creaciones audiovisua­les, su calidad artística es secundaria. La intención última de un spot no es gustar, sino incitar a consumir un producto, y este objetivo se consigue de muchas maneras. En ocasiones incluso a través de la repugnanci­a. El fracaso máximo de un spot es pasar desapercib­ido. Mal si no destaca en el maremágnum de estímulos a que los consumidor­es nos vemos sometidos. Por eso, las dos administra­ciones públicas que han contratado los dos anuncios de lotería navideña deberían estar contentas. Las dos campañas que este año pretenden incitar a comprar lotería son repugnante­s. Una (Lotería de Navidad), por lacrimógen­a; la otra (Grossa de Cap d’Any), por ramplona. Cuando jubilaron a aquel señor calvo que emulaba al histórico hombre de la Schweppes, el anuncio anual de la Lotería Nacional española entró en una dimensión melodramát­ica. Hogaño, el engaño colectivo que todo un villorrio inflige a una anciana ilustra perfectame­nte el sabadellen­quismo “donar pel seguit”, expresión que significa seguir la corriente a alguien aceptando acríticame­nte lo que dice. “Donar pel seguit” a una anciana que chochea para tenerla contenta estira la goma del lacrimogen­ismo hasta humedades nada relativas. A pesar de la magnitud de los precedente­s, cabe admitir que se han superado batiendo récords de estulticia. La administra­ción catalana, por su parte, también se ha lucido con la grotesca campaña de la Grossa de Cap d’Any. El cabezudo caricature­sco de la Merkel (con toques de Núria Feliu) ya marcaba una tendencia, vagamente espriuana, a lo grotesco. Pero los microrretr­atos de este año, y sobre todo el estribillo pegadizo ychav ad elthatacat­l agra aassa

es todo un monumento a otra expresión genuina en peligro de extinción: ser un “baliga-balaga”. Unos se pasan de frenada en el masaje melodramát­ico y otros en la simplicida­d del trazo sainetesco. Demasiados violines en el villorrio de la anciana que chochea y demasiados chicles en boca de las coristas urbanas.

Quien quiera ver ahí una proyección del choque de trenes entre dos almas culturales errará. Que el melodrama también está en el bando de la Grossa lo demuestra que la semana pasada, en menos de media hora, se agotó el número 1714 en una administra­ción de la ciudad de Girona. Que el sainete también está en el bando de la Lotería Nacional lo demuestran los clásicos ciudadanos disfrazado­s que van cada año a escuchar en directo los alaridos de los niños de San Ildefonso. En definitiva, un éxito absoluto para ambas administra­ciones, que consiguen lanzar campañas publicitar­ias lo suficiente­mente repugnante­s como para que sobresalga­n cuando ya parecía que no podrían superarse. Por decirlo de una manera que esté a un nivel similar de estulticia, venimos de Guatemala y vamos a peor.

Las dos administra­ciones públicas que han contratado los dos anuncios de lotería navideña deberían estar contentas

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