Fukushima, en busca de un nuevo futuro
Fukushima aspira a evocar, algún día, algo más que uno de los más graves accidentes nucleares de la historia: el Gobierno japonés quiere proponer aquí un nuevo modelo de producción de hidrógeno para almacenar los excedentes de energía que generan las fuentes renovables. “La tecnología Power to Gas (P2G) permitirá almacenar energía en forma de hidrógeno a largo plazo”, subraya Hiroshi Katayama, subdirector de Energías Avanzadas de la Agencia de Recursos Naturales y Energía. Antes, sin embargo, habrá que concluir el proceso de descontaminación y desmantelamiento de la central nuclear de Fukushima Daiichi, tarea en la que trabajan actualmente 6.000 personas y cuyo coste –incluidas las indemnizaciones a los afectados– ha sido reevaluado a 170.000 millones de euros, el doble de lo previsto. La recuperación y retirada de los restos de combustible de los reactores debería culminar en el 2021, mientras que el completo desmantelamiento de la central requerirá entre 20 y 30 años más. Los trabajos se acometen básicamente en dos frentes. El primero atañe al combustible aún presente en tres de los cuatro reactores y las tareas se centran en localizar su situación exacta en el interior. “Este trabajo se realiza mediante robots porque es imposible entrar”, explica Satoshi Kawabe, vicedirector de la Oficina de Respuesta a un Accidente Nuclear. El otro frente atañe a la contaminación del agua. Por un lado, se pretende evitar que prosiga la contaminación de las aguas subterráneas bombeando en las capas freáticas antes de su llegada a la zona de los reactores y construyendo una pared de hielo. Con el mismo objetivo, se ha levantado un muro de acero frente al mar. Por otro lado, las aguas contaminadas –una vez eliminados los materiales radioactivos excepto el tritio– se confinan en depósitos.