Francia y España

Aunque los franceses me caen tan bien como cualquier otro europeo, quisiera comentar algo sobre las tres razones que encuentra la lectora María Sánchez (“Envidia de los franceses”, 3/XII/2016) para admirarlos. El señor Sarkozy rescató a las azafatas después de haber tenido, durante años, una guerra en aquel país de donde saca el uranio de sus centrales y tener un ejército costosísimo en África. En los atentados de París, la población reaccionó con gran sentido social, pero le recuerdo que con los de Madrid también lo hicimos. Los españoles y todos los gobiernos autonómicos siguieron las consignas del Gobierno central ante la emergencia, cosa que intentó usar el señor Aznar en provecho propio. Quizás esto explique un poco por qué no cantamos nuestro himno con mucho orgullo. En lo que sí estamos de acuerdo es en lo insólito de la renuncia de un presidente por el bien común, sobre todo en Francia, porque en España, hace poco, un presidente renunció para conseguir un gobierno de coalición.

FERNANDO SERRA SOLA

Barcelona