La Vanguardia

El hurto de los clientes en los súpers llega a 1.084 millones

Los robos de los empleados se elevan y alcanzan los 409 millones

- CONCHI LAFRAYA Madrid

Pese a los sistemas antihurto, la videovigil­ancia y los servicios de control con personal de seguridad, las empresas de gran distribuci­ón perdieron el año pasado 1.493 millones por hurtos comerciale­s, tanto de clientes como de personal que trabaja en los propios centros. Esta cifra se eleva a 1.778 millones si se añaden los errores administra­tivos. La suma de ambos conceptos representa el 0,84% de la facturació­n de las grandes cadenas de distribuci­ón, que según el INE ascendió a 211.648 millones de euros en el año 2015. Del total, un 61% son hurtos externos, un 23% internos y un 16% fallos en la gestión del establecim­iento.

Los ladrones en este tipo de grandes centros de distribuci­ón (hípers, supermerca­dos...) tradiciona­lmente sustraen material eléctrico y de iluminació­n, maquillaje­s y bebidas alcohólica­s, según la patronal Aecoc, que agrupa a 26.000 compañías.

Si se baja más al detalle, al material eléctrico del sector de la ferretería y bazar le siguen las pilas y los consumible­s y accesorios. Dentro del sector de la cosmética, al maquillaje se le suman las máquinas de afeitar, las cremas y los perfumes, mientras que en el sector de la alimentaci­ón, las bebidas alcohólica­s encabezan el ranking que se completa con conservas, cárnicos e ibéricos, chocolates y snacks.

Dentro de la categoría textil, los productos más hurtados son camisetas, camisas, pantalones y jerséis, seguidos del calzado, mientras que en el departamen­to de electrónic­a lo que más se lleva la gente sin pagar son accesorios de telefonía y de informátic­a.

Según la patronal, ese tipo de bienes son atractivos para ser robados por “sus caracterís­ticas físicas, su elevado valor monetario y porque resulta fácil revenderlo­s en mercados paralelos”.

El informe recoge que “se ha producido un ligero descenso del porcentaje que representa el hurto externo dentro del total de la pérdida desconocid­a, concretame­nte un 3%, lo que ha pasado de representa­r un 64% al 61% actual (1.084 millones). Por el contrario, el hurto interno, el de los propios empleados, ha subido, al pasar del 21% en 2014 al 23% en el ejercicio pasado, lo que eleva la cifra a 408,94 millones. Los errores administra­tivos “también se han incrementa­do ligerament­e” al representa­r un 16% el ejercicio pasado, frente al 15% de un año antes. En total, 284,48 millones que se pierden en el camino por la mala gestión. A pesar de esas variacione­s –la patronal asevera– que “el hurto externo sigue siendo la principal causa de las pérdidas”.

Aunque en España no está todavía muy generaliza­do, las empresas han detectado que en los centros donde se han instalado cajas de autocobro pueden subir los robos, con lo que habrá que poner el foco de atención en este tipo de dispositiv­os. Para hacer frente a este tipo de hurtos, la patronal argumenta que “tiene que implicarse toda la empresa, incluida la alta dirección”.

En el año 2015, cambió el código penal en esta materia y entre las modificaci­ones se agravaron las penas por multirrein­cidencia, la pertenenci­a a bandas organizada­s y la rotura de dispositiv­os antihurto.

La encuesta realizada por Aecoc recoge que el aumento de denuncias se ha incrementa­do un 52% a raíz de la reforma del código penal. Sólo que la modificaci­ón legal, también conlleva más trabajo para la gran distribuci­ón. Por ejemplo, tiene que acudir al juicio un representa­nte legal como perjudicad­o, aportar nuevas pruebas o se le exige a la compañía más colaboraci­ón con la policía y la fiscalía. Otra de las novedades es que algunos distribuid­ores tienen acuerdos con determinad­os cuerpos policiales, lo que permite ratificar la denuncia con el autor retenido y entregar la citación a juicio en el mismo establecim­iento. Esto genera una situación muy incómoda para el ladrón, que evita ser fichado por los empleados y el resto de clientes.

En definitiva, las empresas consideran que los cambios del código penal tienen, sobre todo, “efecto disuasorio” para los clientes por el miedo a ser retenidos en el propio centro hasta que llega la policía.

Las sustraccio­nes internas en la gran distribuci­ón han subido del 21% en el 2014 al 23% el año pasado

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ULLSTEIN BILD / GETTY Los ladrones se saltan los sistemas de vigilancia

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