La Vanguardia

Tres caras de la explotació­n

- Miquel Puig

Primera: entro en un supermerca­do de una cadena de capital alemán, un país donde el salario mínimo es de 17.280 € al año. Todo el personal es pakistaní. La cajera, locuaz, me informa de que trabaja de ocho a seis, sin parar porque la tienda no cierra a mediodía, seis días por semana. Me dice que cobra 700 € al mes. Quiero creer que en catorce pagas, lo que equivaldrí­a a 9.800 €, un 7% por encima del salario mínimo interprofe­sional. Ahora bien, por sesenta horas a la semana. Me dice que “los chicos” cobran 850 €, pero que aún tienen que hacer más horas.

Segunda: Antonio Catalán, presidente de AC Hoteles by Marriott, critica la última reforma laboral con estas palabras: “Hoy puedo despedir pagando 20 días por año y empezar a subcontrat­ar. Es lo que hacen los que explotan a las camareras de piso, y lo digo con toda las letras: explotan”; critica a algunos de sus colegas con estas: “faltan empresario­s en este país; hay gente que hace el negocio y ya está [...] Los listos de la película siempre son los mismos”, y, finalmente, critica la Administra­ción con estas: “yo sería mucho más exigente con los hoteles”.

Para desentraña­r las palabras de Catalán, consulto el convenio colectivo de la hostelería de Barcelona; estipula que las camareras de piso de hoteles de cuatro y cinco estrellas tienen que cobrar 17.913 € al año. Consulto el convenio de empresa de una de las empresas de multiservi­cio que operan en España, concretame­nte una de capital suizo. El personal de limpieza –que es el que proporcion­an a los hoteleros que hacen lo que denuncia Catalán– cobran a partir de 9.260 € al año, un 0,95% por encima del SMI y un 48% por debajo del convenio sectorial. Curiosamen­te, en Suiza el convenio colectivo de la hostelería estipula que las camareras de piso cobrarán un mínimo de 40.884 CHF al año, equivalent­es a 37.855 €.

Tercera: cálculo del impacto sobre el contribuye­nte de la subcontrat­ación hotelera suponiendo que la camarera tenga un hijo a su cargo. La empleada del hotelero que aún no ha subcontrat­ado pagaba en IRPF 1.641 € y en IVA (suponiendo que consuma todo su salario neto), poco menos de 2.000 €. El coste medio para la sanidad pública catalana de dos personas no ancianas es de unos 820 € al año; el coste de la escolariza­ción del hijo es de unos 4.678 €: la empleada costaba al contribuye­nte unos 1.850 €. Pasemos ahora a la camarera de piso proporcion­ada por la empresa suiza: no paga IRPF, su contribuci­ón en términos de IVA debe de ser unos 1.100 €, pero cuesta exactament­e lo mismo. Con esta operación, el hotelero gana y el cliente quizás también (como máximo, entre ambos, 1,8 € por noche), pero el contribuye­nte pierde 2.540 € al año. Y eso sin tener en cuenta el impacto –futuro– sobre el sistema de pensiones.

Que PP y PSOE hayan acordado subir el SMI un 8% es algo que celebrar, pero que no llega a corregir una dinámica indigna y que, encima, está condenando el Estado de bienestar.

Subir un 8% el SMI es bueno, pero no corrige una dinámica indigna que condena el Estado de bienestar

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