La Vanguardia

Lecciones de ética

Las defensas señalan que se busca “cortarles la cabeza”

- JOSÉ MARÍA BRUNET Madrid Los letrados alegan que las hojas excel con la lista de gastos no son una prueba válida ni suficiente

Los abogados de Miguel Blesa y Rodrigo Rato, acusados por el uso indebido de las tarjetas black de Caja Madrid, salen al contraataq­ue del fiscal y critican a Bankia y al FROB, en los que observan “mala fe” durante el proceso.

No se arredraron ni se echaron atrás. Las defensas de los 65 acusados por el uso indebido de las tarjetas black de Caja Madrid salieron ayer al contraataq­ue del fiscal y las acusacione­s. Los abogados de Miguel Blesa y Rodrigo Rato atacaron a Bankia y al FROB con contundenc­ia, tratando de despedazar sus argumentos y llegando a hablar de “mala fe” en el proceso.

En este asunto –dijo Ignacio Ayala, defensor de Rato- se ha querido juzgar “una época, un modelo, un concepto” de gestión, para efectuar en realidad “un juicio moral” y no jurídico. La idea es que una tarjeta black contamina a cualquiera que se acerque a ella, por su propia denominaci­ón y el contexto social. Carlos Aguilar –defensor de Blesa– fue incluso más allá. Su tesis es que aquí no se ha estado buscando justicia, sino otros fines. Los 65 exconsejer­os y exdirectiv­os acusados –dijo- han sido “ipso facto laminados”, porque lo que se ha perseguido es “cortarles la cabeza” por medio de una “condena anticipada”. Este planteamie­nto evocaba la obra Alicia en el país de las

maravillas. Pero en la ficción la Alicia de Lewis Carroll despertaba a tiempo de comprobar que no le habían cortado la cabeza y todo era una pesadilla. La causa de las tarjeta opacas, y los gastos personales hechos con ella, son, en cambio, muy reales.

En eso se basaron el fiscal encargado del caso, Alejandro Luzón, y las acusacione­s, en que las tarjetas opacas fueron utilizadas para derrochar con ráfaga en gastos y atenciones personales. Pero en la sesión del juicio celebrada ayer no sólo hubieran disfrutado los alumnos de literatura, sino también los de derecho. Aguilar y Ayala la emprendier­on contra las hojas excel en las que se recogen los gastos realizados por cada uno de los procesados con su tarjeta black. Para las defensas, esos documentos son meras fotocopias sin valor probatorio alguno que no pueden constituir un documento mercantil.

Una vieja máxima sostiene que si un abogado sabe que tiene razón, debe negar los hechos; y si sabe que no la tiene, debe atacar las formas del proceso. Las defensas hicieron ayer ambas cosas. Su esfuerzo es proporcion­al a la cuesta arriba por la que pedalean. No sólo por la reacción social ante este proceso, sino también por el valor de algunos testimonio­s. Por ejemplo, la declaració­n del ex consejero delegado de Bankia Francisco Verdú, que jamás utilizó su tarjeta. Esa manifestac­ión tuvo –dijo Ayala– “gran impacto emocional en la opinión pública”. Pero Verdú –añadió el letrado– no la rechazó, “la guardó en su mesa” y la devolvió “cuando Rato abandonó la entidad”. Blesa gastó 436.688 euros con su tarjeta. Rato, 99.054 euros. Ambos han devuelto el dinero. El fiscal cree que eso no atenúa su responsabi­lidad, y les pide 6 años y 4 años y 6 meses de prisión, respectiva­mente, por supuesta apropiació­n indebida.

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DANI DUCH / ARCHIVO Rodrigo Rato, entrando en el tribunal que juzga las tarjetas black

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