Lecciones de ética
Las defensas señalan que se busca “cortarles la cabeza”
Los abogados de Miguel Blesa y Rodrigo Rato, acusados por el uso indebido de las tarjetas black de Caja Madrid, salen al contraataque del fiscal y critican a Bankia y al FROB, en los que observan “mala fe” durante el proceso.
No se arredraron ni se echaron atrás. Las defensas de los 65 acusados por el uso indebido de las tarjetas black de Caja Madrid salieron ayer al contraataque del fiscal y las acusaciones. Los abogados de Miguel Blesa y Rodrigo Rato atacaron a Bankia y al FROB con contundencia, tratando de despedazar sus argumentos y llegando a hablar de “mala fe” en el proceso.
En este asunto –dijo Ignacio Ayala, defensor de Rato- se ha querido juzgar “una época, un modelo, un concepto” de gestión, para efectuar en realidad “un juicio moral” y no jurídico. La idea es que una tarjeta black contamina a cualquiera que se acerque a ella, por su propia denominación y el contexto social. Carlos Aguilar –defensor de Blesa– fue incluso más allá. Su tesis es que aquí no se ha estado buscando justicia, sino otros fines. Los 65 exconsejeros y exdirectivos acusados –dijo- han sido “ipso facto laminados”, porque lo que se ha perseguido es “cortarles la cabeza” por medio de una “condena anticipada”. Este planteamiento evocaba la obra Alicia en el país de las
maravillas. Pero en la ficción la Alicia de Lewis Carroll despertaba a tiempo de comprobar que no le habían cortado la cabeza y todo era una pesadilla. La causa de las tarjeta opacas, y los gastos personales hechos con ella, son, en cambio, muy reales.
En eso se basaron el fiscal encargado del caso, Alejandro Luzón, y las acusaciones, en que las tarjetas opacas fueron utilizadas para derrochar con ráfaga en gastos y atenciones personales. Pero en la sesión del juicio celebrada ayer no sólo hubieran disfrutado los alumnos de literatura, sino también los de derecho. Aguilar y Ayala la emprendieron contra las hojas excel en las que se recogen los gastos realizados por cada uno de los procesados con su tarjeta black. Para las defensas, esos documentos son meras fotocopias sin valor probatorio alguno que no pueden constituir un documento mercantil.
Una vieja máxima sostiene que si un abogado sabe que tiene razón, debe negar los hechos; y si sabe que no la tiene, debe atacar las formas del proceso. Las defensas hicieron ayer ambas cosas. Su esfuerzo es proporcional a la cuesta arriba por la que pedalean. No sólo por la reacción social ante este proceso, sino también por el valor de algunos testimonios. Por ejemplo, la declaración del ex consejero delegado de Bankia Francisco Verdú, que jamás utilizó su tarjeta. Esa manifestación tuvo –dijo Ayala– “gran impacto emocional en la opinión pública”. Pero Verdú –añadió el letrado– no la rechazó, “la guardó en su mesa” y la devolvió “cuando Rato abandonó la entidad”. Blesa gastó 436.688 euros con su tarjeta. Rato, 99.054 euros. Ambos han devuelto el dinero. El fiscal cree que eso no atenúa su responsabilidad, y les pide 6 años y 4 años y 6 meses de prisión, respectivamente, por supuesta apropiación indebida.