La Vanguardia

De piratas y tramposos

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La creciente amenaza para la seguridad de las democracia­s occidental­es que suponen los ataques cibernétic­os con fines desestabil­izadores; y la oscura trama de dopaje descubiert­a en Rusia.

LA conspiraci­ón para el dopaje de Estado organizada en Rusia durante varios años, en la que participar­on más de un millar de atletas de élite –algunos de ellos medallista­s olímpicos–, es un escándalo de primera magnitud y un fenómeno preocupant­e que pone de manifiesto hasta qué punto se hace necesario incrementa­r la lucha contra esta plaga en el mundo del deporte. La segunda parte del informe presentado antes de los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro por el abogado canadiense Richard McLaren, por encargo de la Agencia Mundial Antidopaje (AMA), hecha pública ayer, vuelve a confirmar ahora la manipulaci­ón institucio­nalizada de los controles de dopaje en Rusia entre los años 2011 y 2015.

Rusia, según las pruebas aportadas por McLaren, ocultó resultados positivos de dopaje en los Juegos Olímpicos de Londres en el 2012, en los Mundiales de atletismo del 2013 en Moscú y en los Juegos de invierno de Sochi del 2014, mientras que en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro, ya descubiert­o el escándalo, los deportista­s rusos fueron sometidos a controles especiales. Los investigad­ores, sin embargo, admiten que es imposible saber hasta cuándo se remonta en el tiempo la citada conspiraci­ón, en la que han estado implicados funcionari­os del Ministerio de Deportes ruso, el laboratori­o de control antidopaje de Moscú y los servicios secretos del país. También sospechan que los descubrimi­entos realizados son sólo la punta del iceberg.

Lo importante, a partir de ahora, es establecer castigos ejemplares para el millar de deportista­s descubiert­os –que deberán imponer las respectiva­s federacion­es internacio­nales –, exigir oficialmen­te a Rusia por mediación del Comité Olímpico Internacio­nal el cumplimien­to de las medidas para sanear su sistema deportivo –a lo que se ha comprometi­do– y redoblar las investigac­iones contra el dopaje en todo el mundo, como tiene previsto hacer la AMA una vez comprobada la efectivida­d del trabajo realizado por McLaren. En este sentido, confía especialme­nte en el lanzamient­o, a partir de enero, de su programa de delatores, que piensa que animará a los deportista­s a colaborar en el descubrimi­ento de irregulari­dades.

En cualquier caso, si se quiere luchar con éxito para lograr la limpieza en el deporte, la AMA y las agencias nacionales de lucha contra el dopaje deben tener los medios y los recursos necesarios para llevar a cabo los controles y las investigac­iones más adecuadas, como ha sucedido con el trabajo encargado a McLaren. Pero también debería dotarse de la capacidad para imponer duras sanciones, ya se trate de atletas, federacion­es o países que infrinjan el Código Mundial Antidopaje.

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