“El camino es duro, pero es el único posible para transformar Argentina”
Encuentro con Marcos Peña, primer ministro argentino, al año del cambio en la Casa Rosada
En las paredes pintadas de amarillo pastel del salón de los Científicos Argentinos cuelgan las fotos de tres premios Nobel de épocas pretéritas como las que todos los inquilinos de la Casa Rosada sueñan con recuperar. Por las ventanas se ve la plaza de Mayo, con el campamento de veteranos de la guerra de las Malvinas que lleva instalado desde hace años, a los que se suma ocasionalmente otra protesta de una organización social. Mientras el primer ministro argentino, Marcos Peña (Buenos Aires, 1977), recibía el miércoles pasado a un grupo de corresponsales extranjeros, las calles porteñas eran un infierno: a la sensación térmica que rondaba los 30 grados se sumó la huelga imprevista y total del metro, provocando atascos monumentales y el padecimiento de los ciudadanos para volver a sus casas antes de un largo fin de semana de cuatro días.
“Hay que mirarlo en perspectiva, pese a estar en recesión fue uno de los años de menor conflictividad sindical y social de los últimos años, gracias justamente a la apertura del diálogo con todos los sectores; no quita que pueda haber obviamente situaciones que persistan o conflictos puntuales, pero es un proceso, un camino gradual”, responde Peña a La Vanguardia cuando se le cuestiona que el Gobierno parece más centrado en modificar los indicadores macroeconómicos que en hacer más llevadero el día a día de los ciudadanos, que hoy, cuando se cumple un año de la llegada del conservador Mauricio Macri a la presidencia, ven en las calles un panorama similar al de la década kirchnerista.
“Es una sociedad todavía muy herida, muy alejada del diálogo, muy acostumbrada a la confrontación, y cambiar hacia una cultura del diálogo y el encuentro requiere un proceso; se evalúa en cada caso cuándo conviene poder hacer las cosas de tal forma que perjudique más el conflicto o no”, agrega, obviando que una de las primeras medidas del Ejecutivo fue aprobar el denominado “protocolo antipiquetes”, que nunca se aplicó. “Vamos rumbo a una tendencia de mayor respeto al diálogo y la ley, pero tenemos que ir por etapas”, añade.
Peña, cuyo cargo formalmente es el de jefe de Gabinete, es optimista y pragmático, como lo ha demostrado también Macri y un Gobierno con alta presencia de empresarios y exejecutivos que no dudó en dar marcha atrás cuando alguna medida resultó muy impopular, como el llamado “tarifazo”. Aunque en este caso los aumentos desproporcionados de luz, agua y gas tras la quita de los subsidios kirchneristas fueron cuestionados por la justicia. El Gobierno tuvo que ajustar los importes, que, no obstante, llegan al 400% en muchos hogares.
Macri, exalcalde de Buenos Aires –donde Peña ejercía de secretario general–, llegó al poder gracias a la alianza Cambiemos entre su partido, Pro, la histórica Unión Cívica Radical (UCR) y la centrista Coalición Cívica. La “revolución de la alegría” anunciada por Macri se ha establecido como un discurso optimista frente a la cruda realidad del 3,4% de caída del PIB previsto para este año, un tercio de la población bajo la línea de la pobreza y una inflación que, si bien ha ido reduciéndose parcialmente este año, aún ronda el 38% interanual.
“El camino es duro, puede llevar un poco más de tiempo en algunas cosas, pero este es el único camino posible para transformar Argentina y salir de esta situación de pobreza, desigualdad y falta de desarrollo”, explica Peña. El primer ministro destaca que, a pesar del “descalabro que recibimos” del gobierno kirchnerista o de la crisis económica de su principal socio comercial, Brasil, han cumplido muchas de sus promesas inmediatas, como salir del default técnico pagando la deuda a los fondos buitres, generar estadísticas oficiales fiables para volver a ganar la confianza de los mercados, acabar con el control sobre el cambio de divisas o abrir paulatinamente las importaciones.
“Hemos podido resolver los problemas estructurales más complejos de la economía, que en otro contexto hubieran llevado a una gran crisis económica y social, sentando las bases para poder empezar a crecer”, indica Peña, que rechaza las críticas de que gobiernan para los ricos y los empresarios. “Esas críticas mayoritariamente vienen de quienes dejaron el país con casi un tercio de pobreza, en default y sin reservas, con un colapso de infraestructura y energía”, sostiene, en referencia al kirchnerismo.
Con una previsión oficial de crecimiento del PIB del 3,5% para el 2017, Peña asegura que “el apoyo a este Gobierno es mucho más profundo que una cuestión que tenga que ver solamente con la economía”. Sin embargo, Macri ha caído del 70% de aprobación a principios de año al 45% actual, teniendo en cuenta que ganó con el 51% de los votos al kirchnerista Daniel Scioli.
El Gobierno apuesta por un ambicioso plan de infraestructuras públicas para la reactivación económica y la modernización del país, así como por la llegada de los ansiados inversores extranjeros que, si bien están demostrando mucho interés, no acaban de concretar todas las operaciones prometidas.
Macri ha roto con el aislacionismo impuesto por el kirchnerismo hacia los países desarrollados y este año una veintena de mandatarios han visitado Buenos Aires, incluyendo a Obama, Hollande, Renzi o el canadiense Trudeau, pero no a Rajoy. En cuanto al patinazo por el apoyo a Hillary Clinton, Peña asegura que, “con la relación personal que tienen Trump y Macri, está garantizada la posibilidad de seguir trabajando en fortalecer una relación bilateral que inexplicablemente fue tan deteriorada en los últimos años”, en alusión a EE.UU., principal inversor en Argentina y al conocimiento previo entre ambos políticos, que hace años hicieron negocios juntos.
“Desde el primer día lo hemos dicho; creemos en vincularnos con todos los países del mundo, de la mejor forma posible, con todas las regiones, todos los bloques. De hecho, con la UE hemos planteado apenas asumimos la vocación de profundizar el vínculo UE-Mercosur”, agrega Peña, sobre la reapertura de la negociación para un tratado de libre comercio, que lleva ya más de dos décadas gestándose.
Como escribía ayer en Clarín el politólogo Mario Riorda, Argentina es “el país de los eternos comienzos”.
LA DIFICULTAD DEL DIÁLOGO “Es una sociedad todavía muy herida, muy acostumbrada a la confrontación” ERRORES El Gobierno de Macri tuvo que rectificar con el colosal aumento de la luz, el agua y el gas SACANDO PECHO Pese al “descalabro que recibimos” (del kirchnerismo), el país ha salido del ‘default’ POPULARIDAD EN DECLIVE Macri ha caído del 70% de aprobación a principios de año al 45% actual