Abertzales pero sin espinas
Somos una fuerza vasca y, por tanto, por supuesto que somos abertzales”. La frase de la secretaria general de Podemos Euskadi, Nagua Alba, ha chocado por la naturalidad con que asume un adjetivo que, hasta ahora, en el Parlamento de Vitoria sólo reivindicaban el PNV y EH Bildu. Y sorprende, sobre todo, porque la mayoría de sus votantes –el 72%, según el Euskobarómetro– no se identifican como nacionalistas. El partido busca un espacio propio en el paisaje político vasco, con el Gobierno de Iñigo Urkullu ya en marcha.
Las elecciones autonómicas fueron un brusco aterrizaje en la realidad después de haber superado al PNV en las generales. Convertida en la tercera fuerza de la cámara, intenta ahora rearmarse políticamente aprovechando los debates previos a Vistalegre II, la asamblea ciudadana de Podemos. La dirección vasca quiere un modelo de partido estatal más “descentralizado”, en el que cada vez se tomen menos decisiones en Madrid. Ahora bien, tiene claro que previamente deben modificarse los estatutos internos.
En el discurso territorial, la necesidad de hacer equilibrios es evidente. Según los estudios de opinión, en una escala del cero al diez (de menos a más nacionalista), sus votantes se sitúan en el medio, en el 4,6. Un 45% de los electores de Elkarrekin Podemos –la coalición electoral con Ezker Anitza-IU y Equo– votaría que no en un referéndum de independencia, frente a un 22% que lo haría a favor. Después de sus inesperadas declaraciones en Radio Euskadi proclamándose abertzale –en esencia, “patriota”–, Alba tuvo que aclarar que no estaba abanderando ningún “repliegue identitario” sino “una patria en que la ciudadanía debe poder decidir su futuro libremente, donde los derechos sociales están asegurados y que es solidaria con otros territorios”. Es decir, un planteamiento sin espinas que pueda ser compartido por todas las sensibilidades internas. En el mes de julio, la candidata a lehendakari y ahora presidenta del grupo parlamentario, Pili Zabala, afirmaba en una entrevista en El Diario Vasco:
“No me siento abertzale, soy una mujer vasca y ciudadana del mundo”.
De todas maneras, los intentos de fijar un perfil propio y quitarse de encima el estigma de la franquicia política no son nuevos. La dirección actual, elegida en marzo, optó por celebrar el Aberri Eguna, el día de la Patria Vasca, dándole un barniz social. Admiten los dirigentes de Podemos que aquella fue una decisión clave porque rompió el muro con el mundo nacionalista: compartían símbolos pero sin renunciar a un proyecto para toda España.
Después, en la campaña electoral, los mítines se tiñeron de ikurriñas y las banderas republicanas se guardaron en el armario. La estrategia para retener a los votantes de EH Bildu que les apoyaron en las generales no funcionó y la coalición de Arnaldo Otegi les ganó la partida en las autonómicas. Ahora empieza una nueva etapa en la que Podemos y los soberanistas deberán decidir si colaboran o sólo compiten. En cualquier caso, se miran constantemente de reojo.
En los próximos meses, Elkarrekin Podemos deberá detallar en el Parlamento su propuesta de mejora de autogobierno, un trabajo que el resto de grupos ya hizo durante la legislatura pasada. Puede ser una buena oportunidad para dotar de contenido concreto la idea de un proyecto abertzale no independentista.
La posición en Euskadi contrasta con el hecho de que el 72% de sus votantes no se siente nacionalista