Protector y verdugo
Un informe de la ONU concluye que 45 mujeres han identificado a sus abusadores sexuales: 41 eran integrantes de misiones de paz
R. M. BOSCH
Bandidos, combatientes ex Séléka y anti-balaka, también militares de misiones de paz y soldados franceses de la Operación Sangaris han sido denunciados por organizaciones de derechos humanos por las atrocidades cometidas contra mujeres y menores en la República Centroafricana (RCA). Precisamente, esta semana la Oficina de Supervisión Interna de las Naciones Unidas ha admitido que 45 víctimas de abusos sexuales habían identificado a 41 integrantes de contingentes de paz de la ONU como presuntos autores de tales delitos.
La investigación se refiere a las denuncias de explotación y abuso sexual por parte de efectivos burundeses y gaboneses desplegados en la ciudad de Dekoam, entre el 2014 y el 2015. La ONU concluye que entrevistó a 139 víctimas y que 45 de ellas reconocieron a 41 soldados y otras ocho, aunque no lograron identificarlos, sí describieron algunos rasgos distintivos de los asaltantes. Las restantes, según un comunicado de la ONU, no pudieron aportar “pruebas relevantes”. Asimismo, 25 menores –la mayoría niñas pero también algún niño– afirmaron haber sido abusados sexualmente y seis de ellas presentaron solicitudes de paternidad. Una paradoja que quien tiene que proteger a los más vulnerables se convierta en su verdugo.
En un reciente informe realizado por la Escola de Cultura de Pau y el Centre Delàs se subraya que “la intervención de la comunidad internacional para hacer frente a la inestabilidad y a la grave crisis humanitaria se ha visto gravemente manchada por los numerosos escándalos de abusos y violencia sexual por parte de personal civil y/o militar”. Desde las fuerzas de la Minusca (Misión Multidimensional Integrada de Estabilización de las Naciones Unidas en RCA) a soldados franceses. El mismo estudio denuncia que RCA se convirtió el año pasado en el país del mundo que registró más acusaciones de violencia sexual por parte de las misiones de paz. Un grupo de expertos independientes creado a instancias del secretario general de la ONU, Ban Ki Mun, recriminó cómo diferentes agencias de las Naciones Unidas habían gestionado estas denuncias. El citado informe hace hincapié en la falta de diligencia en el caso de violaciones a menores por parte de 14 soldados franceses.
La violencia sexual se repite en múltiples escenarios. Apenas hay lugares seguros. Camino de la escuela, de la fuente, en los campamentos
de refugiados y de desplazados, en casa... La oenegé International Rescue Commitee (IRC) reivindica en su estudio Are we
there yet? (¿Ya estamos allí?) más presencia de las organizaciones especializadas en programas contra la violencia de género en países que sufren emergencias, como RCA, Haití, Pakistán, República Democrática del Congo... IRC lamenta que la protección de mujeres y niñas no sea una prioridad en países azotados por guerras o desastres naturales y que la ONU ejerza un débil liderazgo en este campo. Que se lo pregunten a Nina, quien a sus 35 años ha sufrido dos violaciones y el rechazo de su familia.
Nina, que a sus 35 años ha sido violada dos veces, demuestra que apenas hay lugares seguros