Espacios rescatados del olvido
La iniciativa privada y la pública están recobrando para la ciudad de Barcelona edificios con historia que agonizaban o estaban cerrados
Estaban dejados de la mano de Dios o muy deteriorados o permanecían ocultos para los barceloneses, pero en los últimos tiempos la ciudad está recuperando espacios de gran interés, que están siendo rehabilitados. De este impulso participan tanto la iniciativa pública como la privada, y así lugares como la casa del Marqués de Alella, el domicilio de Ramon Casas, el antiguo consulado de Dinamarca o la Rotonda vuelven a formar parte del paisaje urbano.
Los vecinos del barrio de Galvany pueden pasear hoy por los jardines de la que fue la casa del Marqués de Alella, en origen, y del dudoso financiero Julio Muñoz Ramonet, después. Un oasis en la zona de tráfico denso y que es la peripecia más singular de todos los lugares que han vuelto a la vida urbana.
A su muerte, Muñoz Ramonet dejó a la ciudad la finca, ubicada en la calle Muntaner, entre Avenir y Marià Cubí, y que consta de los citados jardines y dos edificios. Al margen del enrevesado y rocambolesco pleito que mantienen el Ayuntamiento y los descendientes por una enorme y valiosa colección de arte, está decidido que uno de los inmuebles se convierta en una biblioteca internacional, para lo cual habrá que afrontar una profunda remodelación. Aún no está decidido qué se hará en la casa principal, del arquitecto Enric Sagnier, de difícil adaptación arquitectónica para un uso como equipamiento.
Pero casi más que en la administración, la fiebre por rehabilitar espacios singulares está calando en el sector privado, que añade así a sus negocios un plus. Es el caso de La Rotonda, el singular edificio que da inicio a la avenida del Tibidabo. Encargado por el famosos doctor Andreu al arquitecto Adolf Ruiz Casamitjana a principios del siglo XX, sufrió diversas modificaciones, y también ha tenido varios usos. Fue la sede del hotel Metropolitan, popular por la organización de bodas y banquetes. Gran parte de su decoración modernista fue pasto de las remodelaciones y tras ser residencia de ancianos y clínica se degradó notablemente, hasta el punto de que se planteó el derribo. En 1999 fue adquirido por el grupo Núñez y Navarro, que acometió una profunda rehabilitación, salvando lo que quedaba y dedicando sus pisos a oficinas, y sus bajos a comercios. El templete y la fachada han sido adecentados y ahora vuelven a ser una insignia del barrio.
También es privado el número 96 del paseo de Gràcia, antes la tienda de diseño Vinçon y ahora Massimo Dutti, donde el cambio de negocio ha permitido rehabilitar el que fue el domicilio del pintor Ramon Casas. La finca, proyectada en 1898 por Antoni Rovira i Rabassa, forma parte del patrimonio modernista y los compradores y curiosos pueden contemplar los techos, detalles del taller del pintor y la espectacular chimenea del salón.
Una de las últimas iniciativas, esta pública, es la reconversión del antiguo consulado de Dinamarca, ubicado en el viaducto de Vallcarca, 4-6, en el distrito de Gràcia. La finca, de 472 metros cuadrados, era el hogar del matrimonio formado por el pintor vanguardista Joan Junyer i Pascual y la doctora Dolors Canals Farriols, pionera de la educación infantil, que se exiliaron de España tras la Guerra Civil. En 1979 donaron el edificio a la Diputación, que en el 2015 lo cedió al Ayuntamiento de Barcelona. En tiempos fue guardería y actualmente se está desarrollando el proceso participativo para decidir los futuros usos del inmueble, pero seguro que, en cualquier caso, será un equipamiento para el barrio y para sus entidades sociales y ciudadanas.
Estos son algunos de los últimos ejemplos de una recuperación de espacios muy deteriorados en la que coinciden la iniciativa privada y la administración pública.
El antiguo consulado de Dinamarca será un centro cívico para las entidades del barrio de Vallcarca