¿Quién dijo puente?
Un año más por estas fechas se reedita el eterno debate sobre los festivos. Pero ¿cómo afecta el puente de la Constitución a las librerías? Miércoles. Entro en la Taifa. Sólo cierra los 25 y 26 de diciembre, el 1 de enero, el día del Trabajo, el de la Mujer, el 11 de septiembre y la Mercè. Los domingos y no lectivos abre por la tarde, y Jordi Duarte asegura que es cuando más caja hacen. ¿La razón? Las ganas de consumir. Sales del cine, las tiendas de Verdi están cerradas y te dices: pues compraré un libro. Normalmente será de Blackie Books. Es la editorial que más vende con diferencia, los clientes se llevan incluso El universo en tu mano, de Christophe Galfard, un tocho de 454 páginas sobre el cosmos.
Pero los bestsellers de este diciembre son otros: Instrumental, de James Rhodes, también en Blackie Books; Barcelona, una biografia, de Enric Calpena, en Edicions 62; y la joya del año, Tú no
eres como las otras madres, de Angelika Schrobsdorff (Errata Naturae/La Campana). Duarte es feliz porque acaba de recibir los Diarios
completos de Sylvia Plath (Alba). Un hombre le pide El retorn dels
Bassat, de Vicenç Villatoro, publicado por La Magrana. Luego una chica que habla catalán con acento francés se lleva Sapiens, de Yuval Noah Harari (Debate/Edicions 62). “¿Tienes el de Chimo Bayo?”, le pregunta un barbudo cinéfilo, que añade: “Es para regalo”. Lástima, no recibirán más ejemplares de No iba a salir y me lié, en Roca Editorial, hasta la semana que viene. Duarte llama a los de Atzavara, en la calle Escorial. Se les ha agotado. El barbudo cinéfilo opta por
Mis chistes, mi filosofía, de Slavoj Žižek (Anagrama).
Todo indica que se avecina una buena Navidad. En Santaló, la Casa Usher ha abierto los festivos por la mañana, y los más vendidos de este puente han sido: Patria, de Fernando Aramburu, en Tusquets; Nosotros en la noche, de Kent Haruf (Random House); El
laberinto de los espíritus, de Carlos
Ruiz Zafón (Planeta); y La librería, de Penelope Fitzgerald, del que hablarán en el próximo club de lectura. Mientras, en la Taifa, Duarte está envolviendo otro de la misma editorial preciosista, Impedimenta, es El signo del miedo, de Margery Allingham. Por su parte, en el barrio de Sant Antoni, La Calders –que también abre más días
de los que hay en el calendario– ha vendido sobre todo: Les investigacions del cap Pendergast, de Víctor Nubla, y La cremallera, de Martí Sales (ambos en Males Herbes);
Per què ens estimem les dones, de Mircea Cartarescu (en Lleonard Muntaner), y “el del pianista”, que es como lo piden muchos clientes no habituales. Esto es, Instrumental de nuevo. También Cómo ser
Bill Murray, de Gavin Edwards. En Blackie Books, claro.
Como los demás, Xavier Vidal, de la Nollegiu, cree que la lista de los más vendidos altera el mercado. En Poblenou no le temen al acueducto de diciembre. Y en su librería, una antigua tienda de moda llamada La Juanita cuya primera planta está íntegramente dedicada a la poesía, Jordi Corominas presentó Camino de ida, de Violeta Serrano. Ella, leonesa, vivió seis años en Barcelona y está en Buenos Aires desde hace cuatro. Habla con un acento porteño impecable, y su voz va transformándose a medida que los poemas de acá se convierten en los de allá. Publicado por la editorial argentina Modesto Rimba, el libro traza un recorrido a través del cambio de lenguaje y la concepción de la ciudad, con la que hay que pelearse para integrarse; también trata de la identidad. “A veces te cruzas con otros españoles que llevan allí sesenta años y aún creen que van a volver; pronto descubres que siempre sos extranjero”, dice. La semana que viene, Antonio Gamoneda le hará los honores en la Casa Panero de Astorga, municipio en el que ella nació.
A unas calles de la Nollegiu se encuentra La Petita. Con la colaboración de la Fundació de Transports Metropolitans de Barcelona, la librería infantil y juvenil ha puesto en marcha una iniciativa por la que los autobuses históricos se convierten en escenarios itinerantes de cuentacuentos. El proyecto se llama Rodacontes, y se estrenó con cien niños que, en grupos de veinticinco, sentados en el regazo de sus padres, disfrutaron de las cuatro sesiones que ofreció el equipo artístico dirigido por Alba José. Fue en la Superilla. La prueba piloto resultó un éxito total, las plazas se agotaron enseguida. Quién dijo puente. La idea es que colaboren los interesados en fomentar la lectura, editoriales, instituciones, ayuntamientos, asociaciones y quien quiera.
En la media hora que paso en la Taifa, se venden además dos libros de Juan José Millás, uno de filosofía de bachillerato, La chica
del tren de Paula Hawkins, y Panta Rei de Luciano de Crescenzo. Un hombre ha venido desde Terrassa para comprarlo. También será un regalo. Entra la quinta persona gallega del día, pero dice Duarte que suelen venir muchos vascos. Se llama Sandra Montero, quiere regalar La pesca de la trucha en América, de Richard Brautigan. Descatalogado. Vaya, entonces se llevará
Hasta arriba, de W.E. Bowman, que es de la misma editorial. ¿Adivinan cuál?
Las librerías independientes abren más días de los que hay en el calendario