Monseñor internauta y su app para pecadores
EL ARZOBISPO DE EDIMBURGO LANZA UNA APLICACIÓN DIGITAL PARA CONFESIONES DE URGENCIA QUE EL VATICANO BENDICE
¿Le ha asaltado a usted una tentación inesperada fuera de horas a la que, ¡ay!, no ha sabido resistirse? ¿Quiere dormir después con la conciencia tranquila aunque esté de vacaciones en una ciudad desconocida? ¿Es domingo y aún no ha ido a misa y quiere enterarse de dónde puede oírla cuanto antes?
¿Quiere usted saber, además de otras estadísticas, cuantas solteras o solteros de su edad hay en su parroquia o en la más próxima?
El papa Francisco ha preconizado no sólo el aggiornamento moral del catolicismo en su compromiso con los marginados, sino también el tecnológico dirigido a sus obispos: para que sean “imaginativos” –les ha pedido– y renueven el evangelio en la era digital.
Y ha sido el arzobispo de Edimven burgo, Leo Cushley, quien se ha ganado a pulso el cariñoso apelativo de“monsignore internauta” de los comentaristas vaticanos, al ser el primero en responder a la invitación papal con su The catholic app.
La radio vaticana, además, lo ha bendecido con una larga entrevista en la que monseñor pide a los pastores de la iglesia que lo secunden.
Menos piadosa, la prensa británica ya ha relacionado la aplicación móvil pecadora por excelencia, Tinder, que facilita los encuentros esporádicos con fines carnales, con la app de monseñor Cushley, a la que se ha apresurado a rebautizar como la Sindr app (doctor pecadoapp)”.
Y, de hecho, pocos ejemplos tan claros podemos encontrar de que la tecnología no es en sí ni diabólica o angelical, pero sí puede serlo el uso que hagamos de ella, porque tanto
Tinder como The catholic app se sir- del mismo ingenio de geolocalización y búsqueda para tentar al usuario con una inminente gratificación carnal o con el inmediato retorno a la gracia mediante el arrepentimiento y la contrición.
Con las nuevas aplicaciones de geolocalización, instaladas en el móvil, se puede pecar y ser absuelto en tiempo récord y de forma ubicua. Queda ahora para los teólogos y los moralistas la tarea de determinar si la aceleración tecnológica para facilitar el pecado y la confesión subvierte la naturaleza de am- bos o tan sólo altera su forma sin variar su sustancia.
De momento, la iglesia datista californiana ya ha profetizado que se trata del primer paso en la conversión en datos de todas las facetas de la espiritualidad humana.
Un nutrido grupo de fieles escoceses ha acompañado al arzobispo de Edimburgo a la presentación mundial de la primera aplicación digital para el culto en el Vaticano, donde sus palabras fueron acompañadas por el gemido de las gaitas. Monseñor Cushley, haciendo honor a su apodo digital, ha anunciado con un tuit la próxima aparición de la app que “guiará a los fieles estén donde estén hasta la iglesia católica más cercana”.
Y en la radio vaticana ha subrayado la utilidad de su aplicación: “”Espero –precisa monseñor Cushley– que todo el mundo use
The catholic app, porque no sólo es espiritual; también es práctica”.
La aplicación podrá ser descargada por toda la cristiandad, anunció monseñor, a principios del año próximo. En principio, la app se limitará a servir a los fieles de la archidiócesis de Edimburgo, pero la incubadora digital Musemantik, autora de la aplicación, ya se ha ofrecido a diseñar versiones similares a la escocesa para todas las diócesis que la soliciten.
Maciej Zurawski, ingeniero artífice de la aplicación pionera, argumenta que las páginas web han perdido popularidad y que la iglesia debe ahora ofrecer a los creyentes una app móvil que sea inteligente y personal “como un compañero, un amigo” que te sirva y acompañe en tus mejores y peores momentos estés donde estés. Un paseo por la web de The catholic app aporta otros definitivos argumentos de descarga: “Repartiendo la gracia de Dios de forma contemporánea”; “Llegando a aquellos que tienen mayores necesidades espirituales”; “Transformando la diócesis y rejuveneciendo la vida parroquial”, lemas que acompaña de la sobria, pero atractiva presentación visual del diseño de la aplicación pionera.