La Vanguardia

Una vida teñida de azul

- JAUME COLLELL

El color azul con el que actualment­e se tiñe el pelo y las uñas Lucía Bosé no es una circunstan­cia sobrevenid­a. “Recuerdo de pequeñita que oía el ruido del agua en la palangana en la que se lavaban mis padres y mi hermano, tenía once meses y, un día que estaba sola, me agarré a la palangana y me cayó el agua encima, cogí una bronconeum­onía y al cabo de dos días mi cuerpo se volvió azul”. La actriz narra el episodio como si fuera ayer. La salvó la abuela contra el pronóstico del médico que predijo lo peor. “Ella extendió sobre la mesa un lino blanco, agua hirviendo y malva, me envolvió, yo veía la cara de todos llorando”.

Esto ocurría en Milán. Lucía había nacido el 28 de enero de 1931 en una familia de campesinos que se habían instalado en la ciudad. No quiere recordar nada de la escuela “porque siempre he sido rebelde”, aduce. Sí que detalla el lugar de la infancia, “una casa grande con un patio, en la periferia, rodeada de campos y caballos”. Siempre quiso escaparse. Empezó a soñar con ser deportista. Tenía escoliosis y le recomendar­on hacer gimnasia. Le marcó el final de la guerra mundial. “La casa fue destruida por un bombardeo, yo pasé tres días en pijama con un abrigo encima”.

Después del conflicto, la madre trabajaba de vendedora de verduras y el padre limpiando la nieve de las calles. Lucía Bosé, como tocada por una varita mágica, empezó a conocer a gente famosa sin saber quienes eran. Primero, a sus dieciséis años, mientras vendía marron

glacé en una pastelería cerca del Duomo, un señor se fijó en su cara cinematogr­áfica, hecho que propició el inicio de su carrera en 1948. Le informaron que se trataba de Luchino Visconti. Años después el director italiano la invitó a su casa donde conoció a otra celebridad, Picasso, sin tener conocimien­to de quien se trataba. Pasado un tiempo coincidier­on en las corridas en el sur de Francia a las que el pintor acudía para ver torear a quien entonces era su marido.

Los directores y las películas de Lucía Bosé son de primer orden. Rodó Crónica de un amor, ópera prima de Michelange­lo Antonioni, con quien haría otra película. Se adaptó tanto a comedias rosas como a argumentos de aire cómico. En 1955 vino a España para intervenir en el filme de Juan Antonio Bardem Muerte de un ciclista. Este mismo año conoció a Luis Miguel Dominguín. El torero estaba bajo las garras de Ava Gardner pero la dejó y se casó con ella. En marzo celebraron una ceremonia civil en Las Vegas y en octubre, la boda católica en España, porque el régimen miraba con recelo las parejas que no pasaban por el altar. Entremedio, en junio, había empezado a rodar en Francia Así es la aurora, bajo las órdenes de Luis Buñuel.

La pareja tuvo tres hijos –Miguel, el futuro cantante, Lucía y Paola– y al cabo de trece años se separaron. La actriz se quedó con ellos en el chalet de Somosaguas, cerca de Madrid. En este tiempo intervino en los filmes Satiricón, de Federico Fellini, y Nathalie Granger, junto a Jeanne Moreau y bajo dirección de Marguerite Duras. También trabajó con directores como Mauro Bolognini, Liliana Cavani, los hermanos Taviani y los españoles Jaime Camino, Pere Portabella y Jorge Grau. Había retomado el oficio para sobrevivir. Más adelante tuvo también que subastar los cuadros de Picasso que el pintor había regalado a la familia.

Protagoniz­ó en TVE la serie La señora García se confiesa de Adolfo Marsillach. Los últimos trabajos en el cine fueron espaciándo­se: Crónica de una muerte anunciada (1987), El avaro (1990)... En el 2000 abrió el Museo de los Ángeles en Turégano, cerca de donde reside ahora: Brieva, un pueblecito de escasos habitantes en la provincia de Segovia. Desde allí la actriz prefiere no recordar su pasado cinematogr­áfico. “Cuando me veo en una película me pregunto ‘¿Esta soy yo?’, creo que me he equivocado, el cine no me ha dejado nada, no me ha llenado, me gusta la vida, la gente que he conocido”.

Claro que atrás también quedan las relaciones que mantuvo con Ernest Hemingway, Frank Sinatra, Salvador Dalí, Audrey Hepburn, Orson Welles… También con Lola Flores, la duquesa de Alba, incluso Franco. “Ahora me dedico a hacer platos de bambú, bricolaje, recorto…”. ¿Y la familia? “La familia me mata, es un manicomio, he sido una madre especial y soy una abuela especial, los artistas no podemos tener familia”. Desde los 19 años, cuando confiesa que quiso ser monja, todo lo ve al revés, pero ella sigue soñando, hace lo que quiere y se siente más espiritual que materialis­ta. Ah, y relee más que lee, asegura. La lista, por cierto, no es pacata: Rudolf Steiner. Mishima, Rilke… Un mundo en azul.

La madre de Miguel Bosé y exesposa de Dominguín vive en Brieva (Segovia) y se dedica a hacer platos de bambú y bricolaje

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KEYSTONE-FRANCE / GETTY
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C FLANIGAN / GETTY Arriba, la actriz en 1947 cuando fue elegida miss Italia. Abajo, en un acto en Las Vegas en el 2013
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