Tiburones del capital
La corrupción que envuelve el mundo del fútbol, que se manifiesta en la opacidad de los contratos y en la evasión fiscal; y las conexiones entre algunos miembros del Ejecutivo que prepara Donald Trump y una entidad financiera de trayectoria tan polémica y cuestionada como Goldman Sachs.
CON el nombramiento de Steven Mnuchin como futuro secretario del Tesoro de Estados Unidos, confirmado ya por Donald Trump, el poderoso banco de inversiones Goldman Sachs consolida su influencia en la Administración estadounidense. Mnuchin será el tercer banquero de esta entidad en veinticinco años que se encargará de las cuentas de la primera economía del planeta. Pero, además, se especula con la posibilidad de que el propio presidente de dicho banco, Gary Cohn, pueda aceptar la oferta que también le ha hecho Trump para que presida el Consejo Económico Nacional de la Casa Blanca, que es el principal órgano económico del presidente de Estados Unidos, encargado de coordinar la política económica. Nunca como ahora, si este nombramiento se confirmase, el citado banco habría tenido tanto poder político. Hay que tener en cuenta que también Stephen Bannon, elegido por Trump como polémico estratega jefe y consejero principal de su Administración, había trabajado en el citado banco.
El intenso acercamiento de Trump a los sectores de Wall Street, del que Goldman Sachs y Mnuchin son destacadísimos representantes, se enmarca dentro de su anunciada voluntad de desregularizar y liberalizar los controles financieros que impuso Obama tras la gran crisis. Esto explica la fuerte subida de las acciones bancarias registradas ante las grandes expectativas que ello supone de generar mayores beneficios. Ello comporta, sin embargo, el gran riesgo de que se vuelvan a sobrepasar las líneas rojas de la moral y de la prudencia y se caiga en los graves errores del pasado. Todo lo que se haga de bueno o de malo en Wall Street, a partir de ahora, nos afectará nuevamente a todos en mayor o menor medida. De ahí la preocupación que un gran banco de inversiones como Goldman Sachs, que atesora una larga historia de especulación, acreciente su poder en la Administración estadounidense.
La estrategia histórica de Goldman Sachs ha sido la de colocar siempre a sus hombres cerca del poder. Sucede en Estados Unidos, pero también en Europa y otros lugares del mundo. Baste recordar que el presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, trabajó también en dicha entidad y que el propio presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durão Barroso, fue rápidamente fichado tan pronto dejó su cargo. Estos son dos ejemplos paradigmáticos –hay muchos más– de lo extensos que son los tentáculos del citado gran banco de inversiones. El objetivo de dicha estrategia es disponer de una amplia red de influencia y de información que le permita conocer las cartas de todos los jugadores y hacer las mejores apuestas financieras en cada momento. De momento nadie ha puesto coto, en ningún lugar, a esta estrategia de ética más que dudosa.