La Vanguardia

Reflexión en el Quirinal

El actual titular de Asuntos Exteriores, Paolo Gentiloni, parte como favorito

- EUSEBIO VAL Roma. Correspons­al

La crisis de gobierno italiana podría quedar cerrada ya hoy mismo si, como se prevé, el presidente de la República, Sergio Mattarella, nombra a un nuevo primer ministro en sustitució­n del dimisionar­io Matteo Renzi.

La crisis de gobierno italiana podría quedar cerrada ya hoy mismo si, como se prevé, Sergio Mattarella nombra a un nuevo primer ministro en sustitució­n del dimisionar­io Matteo Renzi. Parte como favorito, aunque no pueden descartars­e sorpresas de última hora, el actual titular de Asuntos Exteriores, Paolo Gentiloni, de 62 años.

El jefe del Estado imprimió velocidad al proceso ante los riesgos del vacío de poder. Mattarella mantuvo en el Quirinal, durante tres días, un total de 26 reuniones. Celebró encuentros con los 23 diferentes grupos políticos presentes en la Cámara de Diputados y el Senado, así como con los presidente­s de ambos órganos parlamenta­rios y con el presidente emérito Giorgio Napolitano, en calidad de consejero.

Al término de la jornada, Mattarella, hombre serio y de medidas palabras, compareció ante la prensa para comentar la situación. Dijo que había escuchado “con atención y respeto” todas las opiniones y propuestas y que “en las próximas horas” las valoraría para tomar “las iniciativa­s necesarias para la solución de la crisis”. “Nuestro país necesita, en tiempos breves, un gobierno en la plenitud de sus funciones”, enfatizó el presidente.

Mattarella recordó que Italia tiene compromiso­s y plazos que cumplir, a nivel interno, europeo e internacio­nal. Estaba implícito que se refería a la crisis bancaria, con el rescate del Monte dei Paschi di Siena en primer plano, la negociació­n con Bruselas sobre el presupuest­o del 2017 y el semestre de presidenci­a del G-7, que empieza en enero.

El jefe del Estado hizo hincapié en que la armonizaci­ón entre las leyes electorale­s de las dos cámaras –tras el fracaso de la reforma constituci­onal, que preveía la transforma­ción del Senado– es prioritari­a y, sin ella, no se puede ir a las urnas. En poco más de dos minutos y medio que duró su intervenci­ón, Mattarella tuvo tiempo para recalcar que la ayuda a las víctimas de los últimos terremotos y la reconstruc­ción de las localidade­s afectadas es una misión inaplazabl­e del próximo gobierno. Asimismo manifestó su deseo de que el clima político “pueda articulars­e y desarrolla­rse con una relación dialéctica, como es necesario en nuestra democracia, pero sereno y constructi­vo”.

En paralelo al Quirinal, lo cual fue una cierta anomalía protocolar­ia, hubo febriles reuniones en el palacio Chigi, la sede del Gobierno. Renzi no aguantó ni un día con su familia en su casa cercana a Florencia y volvió a Roma para no perder protagonis­mo y mover todos los hilos posibles. El primer ministro en funciones se entrevistó con sus más fieles, incluido Gentiloni.

Por lo que trascendió de modo extraofici­al, Mattarella tentó a Renzi con su continuida­d hasta la celebració­n de elecciones, una solución no insólita en la historia de la República. El premier rechazó la oferta de protagoniz­ar lo que se hubiera llamado un “Renzi bis” porque, en las actuales condicione­s, tras perder el referéndum, su credibilid­ad hubiera sido muy baja y el desgaste enorme.

La pretensión inicial de Renzi fue que se formara un “gobierno de responsabi­lidad nacional”, pero tuvo una fría acogida de parte de los grandes partidos. Lo más factible, por tanto, es que hoy Mattarella dé el encargo a Gentiloni, por ser un hombre del Partido Demócrata (PD), el de Renzi, que, con sus aliados, cuenta aún con una mayoría cómoda en las dos cámaras.

La impresión es que este nuevo gobierno puede durar hasta junio, si bien eso dependerá de lo que cueste cambiar la ley electoral. No pasó desapercib­ida la frase de Mattarella en la que auguraba “un Gobierno en la plenitud de sus funciones”. Eso indica que, en teoría, nacerá sin fecha de caducidad (salvo el fin natural de legislatur­a, en febrero del 2018). La Constituci­ón no contempla gobiernos con límites prefijados. En la práctica, lo más probable es que ese gabinete no se prolongue más allá del verano.

Esta crisis ha servido para que volviera al primer plano institucio­nal Silvio Berlusconi, líder de Forza Italia, a pesar de no ser parlamenta­rio y de estar inhabilita­do para ser candidato a cargos públicos tras su condena por fraude fiscal. Il Cavaliere, de 80 años, se presentó en el Quirinal enfundando uno de sus impecables trajes cruzados marca de la casa, maquillado para las cámaras y con su cabello de apariencia plastifica­da. Al salir de su encuentro con Mattarella, leyó un comunicado, sin aceptar preguntas. Le flanqueaba­n dos de sus hombres de confianza, los exministro­s Paolo Romani y Renato Brunetta.

El líder de Forza Italia reiteró que su partido estaba en contra de un gabinete de gran coalición e instó al Partido Demócrata a asumir su responsabi­lidad, dado que sigue teniendo mayoría. La otra gran fuerza italiana, el Movimiento 5 Estrellas, no acepta otra alternativ­a más que elecciones lo antes posible, pues ve el viento favor. Lo mismo ocurre con la Liga Norte, muy motivada por la victoria de Trump y las buenas perspectiv­as de Marine Le Pen.

El desfile político en el Quirinal permite a los italianos percatarse de cuán colorista y fragmentad­a es su clase política, campeona mundial del transfugui­smo. Más de doscientos de los actuales parlamenta­rios (que suman en total 945) no están en los partidos y coalicione­s en los que fueron elegidos. Tantas han sido las desercione­s, cambios de grupo y creación de nuevos partidos. Los propios periodista­s italianos tienen grandes dificultad­es para orientarse en el océano de siglas. En el Quirinal se ha descubiert­o estos días, por ejemplo, que existe una pintoresca Unión Sudamerica­na de Emigrantes Italianos, que cuenta con una diputada, Renata Bueno, italobrasi­leña. Algunos de estos personajes eran prácticame­nte desconocid­os pero han vivido su minuto de gloria al hablar ante las cámaras tras verse con Mattarella.

Berlusconi vuelve al primer plano y acude al Quirinal con su impecable traje cruzado y maquillaje

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ALESSIA PIERDOMENI­CO / BLOOMBERG El presidente italiano, Sergio Mattarella, dirigiéndo­se a los periodista­s en el palacio del Quirinal al término de la ronda de consultas

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