La Vanguardia

Ocaso en la Toscana

Críticas a Renzi por retrasar durante meses la operación por cálculo político

- EUSEBIO VAL Roma. Correspons­al

La crisis de Monte dei Paschi de Siena ha alcanzado un punto de no retorno: el tercer banco de Italia y el más antiguo del mundo parece abocado a un rescate de urgencia.

Al Gobierno de Matteo Renzi le han estallado en las manos, en pocos días, dos mortíferas bombas, una política y otra económica, conectadas entre sí. Al rotundo rechazo en referéndum de la reforma constituci­onal, el pasado domingo, le ha seguido lo que parece el punto de no retorno de la crisis del Monte dei Paschi di Siena (MPS), el tercer banco de Italia –y el más antiguo del mundo–, abocado a un rescate de urgencia por parte del Estado.

Mientras ayer proseguían en el Quirinal las febriles reuniones para dar vida a un nuevo ejecutivo, el caso ardiente del MPS estaba paralizado, gracias al alivio de la pausa bursátil del fin de semana. Todo indica que será el futuro gobierno, de formación inminente, el que apruebe el decreto que avale la recapitali­zación –por un total de 5.000 millones de euros– que necesita el banco para salvarse. No parecía razonable que fuera un gabinete en funciones, el de Renzi, el que tomara una decisión tan trascenden­tal, en la que están en juego 26.000 empleados, 5 millones de clientes y decenas de miles de inversores particular­es.

La decisión de nacionaliz­ar, de facto, el banco, se ha hecho inevitable al fracasar, al menos en parte, el plan de recapitali­zación privado. Anteayer trascendió de manera no oficial que el Banco Central Europeo (BCE) había denegado la petición para ampliar tres semanas el plazo de la recapitali­zación, que expira el 31 de diciembre. Según los analistas, esa prórroga poco habría cambiado las cosas y de ahí que el BCE optara por el realismo.

Según la prensa italiana, en el decreto que ya está listo para ser aprobado, el ministerio de Economía intentará acogerse a las cláusulas más benignas de la nueva legislació­n europea sobre rescates bancarios, para minimizar el daño a los inversores. Se esgrimirá que concurren “circunstan­cias excepciona­les” y un riesgo para la estabilida­d financiera general. El burden sharing (reparto de cargas), por tanto, se hará recaer en los grandes inversores y no en los pequeños ahorradore­s.

Oficialmen­te, empero, el MPS sigue con su objetivo de recapitali­zación privada, bajo la tutela de JP Morgan y Mediobanca. En teoría, el Estado italiano sólo suscribirá el capital al que no lleguen los inversores privados hasta alcanzar los 5.000 millones de euros.

Durante las últimas horas han llovido las críticas a Renzi –sobre todo desde los medios próximos a Berlusconi– por haber retrasado durante meses una operación de rescate insoslayab­le. Al dimisionar­io primer ministro le reprochan haber dado prioridad al cálculo político, a no dañar las posibilida­des de la victoria del sí en el referéndum. Al final, ha perdido en ambos frentes y pasa el muerto del MPS al próximo gobierno.

El MPS arrastra una situación de crisis de muchos años, motivada por operacione­s ruinosas como la compra de la banca Antonvenet­a al Santander, en el 2007, turbios negocios con derivados y una cartera gigantesca de créditos morosos. El MPS, además, fue durante decenios un banco semipúblic­o, controlado por el desapareci­do Partido Comunista Italiano y luego por el Partido Demócrata (PD)

Roma pretende esgrimir la legislació­n europea más benigna para evitar quitas a los pequeños inversores

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MAX ROSSI / REUTERS Una oficina del Monte dei Paschi di Siena en Roma

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