La victoria de El Asad en Alepo marca un Waterloo diplomático francés
Nueva reunión sin resultados en París; Hollande, mientras, en un portaaviones
La indefectible victoria gubernamental en Alepo, segunda ciudad siria, supone un verdadero Waterloo para la política de Francia en la región, dominada por el empecinamiento del presidente, François Hollande, y su ministro de Asuntos Exteriores, Jean-Marc Ayrault, en la terrible guerra civil inducida en Siria. Francia ha sido la potencia occidental más implicada contra El Asad, financió y armó a su oposición, según reconoció el propio Hollande en agosto del 2014, y se quedó sola en la voluntad de bombardear Damasco en el 2013.
La reconquista de Alepo, cuyo sector Este fue tomado por la oposición yihadista en verano del 2012, “es una victoria militar y política crucial” que exige una “revisión estratégica” de la diplomacia francesa, señala el editorial de Le Figaro. De momento no hay rastro de ello.
François Hollande celebró el viernes su derrota con un nuevo gesto guerrero: sobre la cubierta del portaaviones Charles de Gaulle en aguas de Chipre, mientras Ayrault, que convocó inútilmente al Consejo de Seguridad de la ONU el miércoles, celebró ayer una fantasmagórica reunión en París con sus colegas europeos, árabes y turcos.
Inspirado en lo que Bengasi fue para Libia, el plan de los rebeldes y sus padrinos árabes, turcos y occidentales, era “establecer en Alepo un polo de poder alternativo al Gobierno de El Asad”, explica Frédéric Pichon, investigador de la Universidad de Tours que ha visitado Siria en los últimos años. Sin eso, el grueso del “país útil”, las cinco ciudades (Damasco, Alepo, Homs, Hama y Latakia), ya está en manos del Gobierno, dice René Naba, veterano corresponsal diplomático, por lo que “la guerra parece que se reducirá a algún tiroteo y los rebeldes no tendrán grandes perspectivas de ganar”, coincide Juan Cole, de la Universidad de Michigan.
La rapidez del hundimiento del yihadismo en la parte oriental de Alepo “se debe a que sus padrinos, Estados Unidos y en especial Tur-
quía, han cesado de sostenerles”, dice Pichon, que explica el empecinamiento de Francia en el clientelismo económico hacia los países del Golfo y también en la “mediocridad” de los dirigentes, “incapaces de anticipar lo que Siria contenía; el regreso de Rusia y cierto declive de Estados Unidos en la región”.
“Todo eso se sabía ya en el 2012, luego cuando apareció el Estado Islámico hace dos años se podría haber corregido el tiro, pero en lugar de eso Francia ha sido el último defensor de Al Qaeda en Siria”, dice este experto. Mientras todo se desmoronaba, París ha recibido esta semana en la Asamblea Nacional, a un “alcalde de Alepo Este”, que en realidad no representa a nadie.
“Me consta que en el sector Este había mucha menos gente que la que decían, seguramente menos de 100.000 y la mayoría refugiados en los sectores controlados por los gubernamentales. Es verdad que la aviación rusa les hizo la vida imposible, pero es la guerra”, dice Pichon, que se queja de haber sido vetado en diversos medios de información franceses. A falta de reporteros sobre el terreno, que los rebeldes sirios secuestran o matan con facilidad, los medios franceses han aireado dudosos informes militantes, cocinados y financiados por gobiernos occidentales. “Han sido poco profesionales”, dice Pichon.
Doscientos oficiales rusos en Siria llevan a cabo desde hace dos años la negociación con los rebeldes. “Los propios sirios me dijeron que no se fían de ellos y que prefieren a los rusos”, explica el experto. Cientos de grupos han entregado las armas como resultado e incluso algunos se han integrado en las fuerzas gubernamentales, dice.
200 oficiales rusos se encargan de negociar con los yihadistas; “no se fían de nosotros”, explican los de El Asad