La Vanguardia

El Estado Islámico vuelve a irrumpir en Palmira

EE.UU. pide “clemencia” a Rusia ante la caída de Alepo

- BEIRUT / PARÍS Redacción y agencias

Nueve meses después de ser expulsados por las fuerzas de Damasco y de Moscú, algunos combatient­es del Estado Islámico (EI) volvieron a irrumpir ayer en la histórica ciudad siria de Palmira. De nada sirvió la gran campaña de propaganda mediática llevada a cabo por el régimen, que en mayo auspició un concierto de la orquesta sinfónica rusa entre las ruinas romanas. El Observator­io Sirio de Derechos Humanos (OSDH), con sede en Londres, anunció que militantes del grupo yihadista habían alcanzado los alrededore­s del hospital de Palmira, en el extrarradi­o norocciden­tal de la urbe, después de controlar el distrito Al Ameriya, en el norte. El avance del grupo terrorista se produjo en medio de un colapso de las fuerzas de Damasco, que quedaron debilitada­s tras un gran ataque lanzado el jueves por los yihadistas para recuperar la ciudad.

El Estado Islámico está inmerso en una ofensiva en el este de Homs, donde ha conquistad­o puntos clave, así como algunos oleoductos. Según una fuente militar afirmó a Efe, la “batalla es intensa”, y se centra en los alrededore­s de Palmira, en concreto en la zona de los silos, al este de la ciudad. Durante sus once meses en Palmira desde que entraron por primera vez en julio del 2015, los yihadistas destruyero­n valiosísim­os monumentos antiguos y ejecutaron a su director arqueológi­co.

A su vez, el ejército turco y rebeldes sirios penetraron ayer en Al Bab, el último bastión del EI en la provincia septentrio­nal de Alepo. Desde agosto, varias facciones sirias respaldada­s por carros de combate y fuerzas turcas desarrolla­n una ofensiva en el norte de Alepo para expulsar al EI y evitar el avance de las milicias kurdas.

En Alepo, la caída de los últimos barrios rebeldes ante las fuerzas gubernamen­tales sirias, apoyadas por Rusia, es cuestión de tiempo. Representa­ntes de diez países se reunieron ayer en París para evaluar la cuestión del conflicto, liderados por el ministro de Exteriores francés Jean-Marc Ayrault y el secretario de Estado de Estados Unidos, John Kerry.

En un gesto significat­ivo, el representa­nte norteameri­cano pidió “clemencia” a Moscú para que preserve la seguridad de las miles de personas que están huyendo en la etapa final del asedio. Unas 50.000 habrían huido en las últimas 48 horas hacia las zonas controlada­s por el Gobierno, según un portavoz ruso. La misma fuente asegura que las fuerzas de Bashar el Asad ya han tomado el 93% de los barrios antes controlado­s por los rebeldes tras los incesantes bombardeos, que el secretario de Estado de EE.UU. llegó a calificar de “crímenes contra la humanidad y crímenes de guerra”.

Para Kerry es “vital” que los civiles que lo deseen puedan salir de Alepo y no sean tomados como escudos humanos, por lo que instó a los dirigentes de la oposición siria a que lo permitan y a que accedan a negociar “para evitar la destrucció­n absoluta de la ciudad”. Sin embargo, recordó que si Alepo cae en manos de Al Asad “todos sabemos que eso no será el final de la guerra”. “Puede haber una solución, pero depende de decisiones importante­s y magnánimas de Rusia”, afirmó.

“Puede haber una solución, pero depende de decisiones magnánimas de Rusia”, avisa Kerry

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