La Vanguardia

Volkswagen y Casandra

- Glòria Serra

Aveces da asco tener razón. Lo pensaba esta semana al ver que la Unión Europea ha abierto expediente a España por no sancionar a Volkswagen el Dieselgate. Hace meses escribí en este misma columna una reflexión sobre el caso que era un ejercicio de predicción. Vamos, que ejercía de sibila. Me preguntaba en qué quedaría en España la investigac­ión y las más que lógicas sanciones al gigante automovilí­stico Volkswagen a raíz del escándalo de la manipulaci­ón de los motores de una parte de sus modelos diésel. Si lo recuerdan, la trampa fue descubiert­a hace un año en EE.UU.: la multinacio­nal alemana había retocado el sistema informátic­o de algunos modelos para que engañasen a los análisis de emisiones de humos. De esta forma los indicadore­s de contaminac­ión eran menores que los reales y conseguían una mejor calificaci­ón en el ranking de vehículos menos contaminan­tes.

Las consecuenc­ias primeras fueron la dimisión fulminante del director ejecutivo de Volkswagen, la pérdida de una cuarta parte del valor de la compañía en bolsa y una provisión de fondos bastante importante para pagar el cambio de software a todos los modelos afectados en todo el mundo. Yo ya he recibido mi carta, al ser mi coche uno de los modelos trucados, y pronto pasaré para que me lo conviertan en un vehículo que ya sé que es más contaminan­te, pero más honesto. En Estados Unidos, donde todo empezó, la investigac­ión se ha terminado con un acuerdo con la marca para evitar una oleada de demandas masivas que amenazaba con ahogar al gigante del motor con indemnizac­iones millonaria­s. Volkswagen deberá pagar al Gobierno estadounid­ense 15.000 millones de dólares.

En España, el intrépido ministro Soria, antes de hacer un sonoro mutis salpicado por los papeles de Panamá, pasó primero del tono severo exigiendo a Volkswagen explicacio­nes, anunciando investigac­iones y prometiend­o sanciones ejemplares a ponerse como felpudo de puerta a los pies de la empresa. Fue suficiente con que la compañía amenazara con recortar las inversione­s en nuevos modelos en las plantas que tiene en España, empezando por la de Martorell, para que desapareci­eran las exigencias de devolución de las ayudas del plan PIVE usadas fraudulent­amente, por ejemplo. Un año después, no sabemos nada de los resultados de la prometida investigac­ión ni de ninguna hipotética sanción. De momento, el Gobierno español, ante la amenaza de que Bruselas le acabe sancionand­o, se ha puesto de perfil y dice que lo investigar­á. Mucha investigac­ión para nada, vaya.

Y estas eran justamente mis pesimistas prediccion­es: que España sería de los países donde engañar y mentir le saldría absolutame­nte gratis a Volkswagen. En fin. Quizá es esta extraña semana, una lluvia escocesa de fiestas y días laborables. Quizá son los colores grises y apagados de este mes de diciembre los que me inspiran un estado de ánimo melancólic­o. Pero hoy me siento como la mítica sibila griega, Casandra, dotada por los dioses del don de la profecía, pero con la maldición de no ser nunca creída. En mi caso, la maldición es tener el don del “piensa mal, y acertarás”. Por cierto, la posible sanción que ponga Europa a España por no investigar y castigar a Volkswagen, ¿he de decirles quién la acabará pagando?

El Gobierno español, ante la amenaza de que Bruselas le acabe sancionand­o, se ha puesto de perfil y dice que lo investigar­á

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain